Manifestación de mujeres

El sábado pasado mi mujer y mis hijas me dejaron ir con ellas a manifestarme. Era 7 de noviembre y distintos grupos, asociaciones y movimientos feministas habían convocado una "Marcha estatal contra las violencias machistas". Y allí que nos plantamos los cuatro para mostrar nuestra repulsa a los asesinatos de mujeres a manos de hombres. Nada menos que 72 en lo que llevamos de año. Que se dice pronto. 72 mujeres a las que han matado sus parejas en una violencia patriarcal que los distintos gobiernos se niegan a admitir como terrorismo y a afrontarlo como tal.

Mi hija María ?cinco años- estaba un poco asustada por la cantidad de gente que había. No conté, pero entre Atocha y Cibeles no se veía un metro de asfalto libre. Mi hija Lucía ?tres años- no paraba de gritar "'purple', papá. Mira. Todo es 'pink' y 'purple'" en una mezcla de español e inglés que al principio me costó entender en su lengua de trapo. Mi Eva, que es Cristina, iba de la mano de su Adán ?que es el menda- leyendo mensajes y pancartas al tiempo que asentía y me miraba preocupada.

Al llegar la cabecera a la sede del Ayuntamiento para girar Gran Vía arriba, un grupo de personas formado por mujeres desinformadas de mentes deformadas intentaron colarse en la marcha con una pancarta en la que se leía un mensaje falaz. Venía a decir algo así como que estaban en contra de todas las violencias. ¿Y quién no? Pero es que resulta que los hombres no somos asesinados por las mujeres. Ni cargamos con el cuidado de los críos si nos queremos borrar. Ni cobramos menos que ellas por el mismo trabajo. Ni están ausentes de los puestos de poder donde nosotros tomamos las decisiones y dirigimos el mundo poniéndolas siempre por debajo. Ni tememos cruzarnos con unas cuantas de ellas si estamos solos en el garaje buscando el coche. Ni nos preocupamos lo mismo por un hijo que por una hija cuando salen de noche. Ni siquiera en los anuncios nos presentan como si fuéramos únicamente grandes penes para el uso y disfrute de las mujeres.

La policía conminó a estas señoras ?que no lo eran- a que abandonaran la marcha. Yo me quedé con ganas de explicarles por qué gracias a mujeres de verdad, al movimiento feminista cuyo fin real es la igualdad, ellas podían vestir pantalones, minifalda o lo que les diera la gana; podían ir a la escuela para aprender a leer y escribir pancartas; podían ir a manifestarse conduciendo su propio coche; podían seguir votando en las elecciones a los partidos machistas que siguen permitiendo en nuestro país el asesinato de cientos de mujeres cada año a manos de terroristas hijos de puta mientras que el gobierno y los partidos políticos siguen sin considerarlo una cuestión de Estado. Todo lo contrario. Recortan presupuestos dejando a las víctimas sin protección, facilitando que las maten hombres cobardes con la complicidad de una sociedad que sigue mirando a otro lado. O justificando estos asesinatos culpando a las mujeres o exigiendo, como las tipas de la pancarta, el fin de toda violencia. No sea que algún día a las víctimas les dé por matar a sus verdugos en un país donde la violencia machista ha asesinado a 1.380 mujeres desde el año 1995 (ETA mató a 826 personas desde 1960).

Me preguntaron mis hijas por qué estaban enfadadas unas mujeres con otras. Y me costó que entendieran que algunas veces nos equivocamos porque no sabemos, otras porque nos han engañado y, cuando te juntas con gente mala, porque eres tan desgraciado que sólo quieres hacer daño.