Enriquecimiento ilícito
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En el bar de Emilio me paro un momento para hacer repaso de estos últimos cuatro años, que son tiempos de balances. Me asusto al poner en la balanza lo que me parece acertado y lo que veo como erróneo. Tiemblo. Me sale a devolver. A vomitar y a que me devuelvan, las dos cosas. A deglutir de asco, a que satisfagan lo que nos han robado.
- Nos han quitado dinero y dignidad.
- Nos han hurtado dinero e ilusión.
- Nos han robado dinero y libertad.
Quiero que me lo devuelvan. Quiero que me devuelvan todo, todo.
Para algunos no han sido cuatro años perdidos. Algunos se han forrado a nuestra costa (estos cuatro años y los anteriore). Ellos, e dinero; nosotros, el sufrimiento.
En el bar de Emilio se me llena la boca de bilis. No sé si me sube desde el hígado o desde el páncreas, o desde su miseria, la de ellos, la de los desaprensivos, la de los ladrones.
Me asquea. De verdad que me asquea.
Ni el buen vino me quita el desagradable sabor de boca que me ha dejado esta legislatura.
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