Pan para hoy, hambre para mañana.

Igual me equivoco, pero tengo la impresión de que el sentir político difiere del sentir ciudadano. Preciso, de cierto sentir ciudadano de aquél que se corresponde con aquellos españoles nacidos a partir de 1985, e incluso antes, de 1980. La mayoría de ellos no sólo se reconocen españoles, diría más bien europeos; parte de sus estudios los han cursado en alguna universidad europea; viajan sin cesar por todos los países que conforman la Unión sin pasar aduanas o controles fronterizos; con la misma moneda pueden pagarse una cerveza en Francia o en Dinamarca; la atención médica, los seguros funcionan igual aquí o allá; estos jóvenes, cada día en mayor número, hablan dos o tres idiomas; muchos de ellos se han casado o tienen parejas, amigos, de nacionalidad distinta a la suya; si están, por ejemplo, viviendo en Francia u Holanda sienten compartir los mismos valores democráticos, en fin un sistema de vida similar al suyo. Sin duda aprecian diferencias culturales y, ni que decir tiene, idiomáticas. Pero no son tan diferentes a las que encuentra un extremeño que se va a vivir a Euskadi, Cataluña o Galicia. Muchos de estos jóvenes treintañeros trabajan fuera de España y cada día se ven más forzados a hacerlo; las vacaciones o los puentes largos se vienen en avión a pasar con sus familias esos días de asueto; el billete les cuesta, en líneas de bajo coste, menos o tanto que desplazarse desde Madrid a Huelva o a Lugo; en muchos de esos países de la UE la vivienda es más barata que en España y se gana más por hora trabajada. Los mayores de cuarenta o cincuenta años, sin embargo, siguen viendo a lo que se sitúa más arriba de los Pirineos como el "extranjero"; la mayoría de ellos no hablan idiomas; ni han estudiado o trabajado fuera de su entorno; se "sienten" más españoles que europeos y, en el fondo, todo hay que decirlo, envidian a sus nietos, hijos o hermanos menores que han tenido la suerte de nacer en otra época distinta a la suya. Por lo dicho, creo, que al día de hoy el "culebrón" separatista se lo toman mucho más en serio estos últimos que los primeros. Sigo opinando. A los jóvenes españoles y catalanes de hoy la "cuestión nacional" ocupa en sus existencias un lugar a penas prominente. En el elenco de sus inquietudes vitales hay otras más urgentes por resolver. Los políticos, sin embargo, embarcados en una contienda electoral inminente, sí están interesados en obtener réditos y votos de la misma. A saber: ¿qué segmento de la población es el mayoritario? Respuesta: Somos un país de viejos. Entonces: "Hagamos una campaña para ellos, para los viejos y habitantes del mundo rural. Si los mismos añoran banderas, sean catalanas o españolas, démosles banderas y soflamas patrióticas". Se me ocurre que estos electores provectos obtendrán su pan el 20 de diciembre, no obstante, dentro de cuatro u ocho años más bien les corresponderá un poquillo de hambre?.. Que así suceda, a nuestros gobernantes de turno les da casi igual. Ellos son velocistas y no corredores de fondo: la vida nacional se reduce a una legislatura y después, los que vengan ¡qué apechuguen¡