Un "paisito" llamado Uruguay

En el Cono Sur, es decir, en Argentina y el Uruguay se llaman "turcos" a todos los ciudadanos de origen "árabe" o afines, sean libaneses o sirios; "rusos" a los oriundos de Europa del este, sean ucranianos o polacos; "tanos" a los italianos y "gallegos"; a los españoles sean procedentes de las Islas Canarias, Andalucía, Barcelona o Pontevedra. A los "vascos" se les conocen por "vascos", así, a secas (y son muy, muy estimados). A los "judíos" se les coloca sin distingos en el colectivo de los "rusos" y "árabes". Si bien, aquellos rioplatenses de origen "tano" o "gallego" los llaman "judas" como se corresponde con sus acendrados principios católicos. Los "gallegos" son objeto de miles de chascarrillos y chistes. Ejemplo: ¿cómo distinguir a un "gallego" de quien no lo es? Suponte que el interesado es concertista de piano y su silletín se encuentra algo alejado del mismo. Pues bien, aquél que arrastra el piano hacia el silletín y no éste hacia el piano será, sin la menor duda, un "gallego". Cuando llegué al Uruguay allá por el año 1968 me "cachaban", me tomaban el pelo sin cesar. Los uruguayos son gente llena de humor e ironía, porque son, sin la menor duda, muy inteligentes. Por suerte, dejaron atrás, a diferencia de los argentinos, a la Iglesia Católica fuera de la política. No son racistas, no son prepotentes como los "porteños", les gusta lo pequeño, lo cotidiano.

En definitiva, les gusta lo importante. Diríamos: se trata de un país repleto de "existencialistas". Los uruguayos se toman a broma y por eso se aprecian. Viven entre dos colosos: los "brasileros" ("Maracaná: ¡O Estadio mais grande do mundo¡") y los "porteños" (los que se suicidan arrojándose al vacío desde su altísimo ego). A su país lo llaman: "El paisito". Una encrucijada de razas y de culturas que siempre los uruguayos han sabido manejar, con excelentes resultados, desde la calle. Repito: desde la calle. Así lo hicieron a pesar del siniestro Plan Cóndor, invento del Secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, esperpéntico Premio Nobel de la Paz y lobbista (petrolero) por vocación. Plan que asoló a todas las fuerzas sociales y democráticas de Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y al Chile de Salvador Allende. Pues eso, a pesar de los de afuera y a pesar de los de adentro -los golpistas, los años oscuros, los penales militares, el exilio masivo, las torturas generalizadas, el inmenso miedo- los uruguayos, a todos esos, les dijeron: ¡No¡ Aún más, una gran mayoría de uruguayos lograron construir, otra vez desde la calle, un frente social, laico y progresista: el Frente Amplio. Nacido durante la dictadura e integrado, entre otros, por dos generales, Liber Seregni y Jorge Licandro ambos condenados por sus compañeros de armas a 14 años de reclusión. Gobierno presidido primero por Tabaré Vázquez, luego por el "Pepe" Mujica (tupamaro) y de nuevo por el primero de los nombrados. Se me ocurre que los políticos europeos, entre ellos los "barones" españoles y catalanes (personajes ridículos hasta decir basta), algo deberían de aprender de las gentes de este "paisito". Concluyo. La legitimidad de un gobierno, que no la legalidad, ni proviene de un relato histórico por antiguo que sea, ni del IBEX o agencias financieras internacionales, menos de la realeza o presunta elección divina, proviene de la voluntad popular expresada, cuando la dejan, en las urnas y, cuando no, en la calle. Pura historia.

PD: Mi reconocimiento, por su valentía personal y compromiso ético, con los transeúntes, con la "plebe", para el que fuera Jefe del Estado Mayor de la Defensa de España Julio Rodríguez.