Terrores, muertos y santos

Este fin de semana de terrores, de muertos y de santos. Este fin de semana de calabazas, buñuelos y castañas. Este fin de semana al que llego sin trucos, sin tratos, bordeando las fronteras de mi existencia y sabiéndome más mortal, menos bueno. Desafiando miedos y afrontando límites. Plantando cara al dolor propio y procesando el ajeno con la paciencia que no tengo, la humildad que me rehúye y toda la impotencia concentrada en mis adentros.

Porque no hay mayor dolor que sufrir el ajeno. No hay sufrimiento mayor que acompañar la enfermedad de tu otro tú, de esa persona que forma parte de ti, que eres tú en otro cuerpo. No poder sentir lo que siente, no saber lo que sabe, no calibrar lo que calibra. La impotencia de no encontrar la palabra adecuada, el silencio oportuno. Querer ayudar y no hallar el camino. Encender la luz y volverla a apagar. Encenderla de nuevo. Arroparla en la cama, volverla a apagar y buscar otra almohada.

Preguntarle cómo estás y escuchar en un susurro de voz que todo va bien cuando su mirada, sus gestos y su cuerpo lo desmienten a los cuatro vientos. Y sentir una fuerte opresión en el pecho. Sonreír en falso, esforzarte para que no se note. Ser consciente de que los dos intuís temores y dolores, de que ambos queréis minimizar miedos y daños. Ignorantes del poder oculto que tienen las mentiras piadosas. Mentiras que acaban por pudrir y corromper la comunicación sincera extendiéndose por sus adentros como una metástasis silenciosa en espiral eterna.

Me dueles tú. Me dueles cuando estás enferma. Me dueles cuando intentas que no me duela. Me dueles cuando trato de que tu intento al minimizar mi daño te pase desapercibido mintiéndole a tu mentira. Me duele que ambos sepamos que no queremos hacernos daño mintiéndonos como nos mentimos. Hiriéndonos para no herirnos.

Porque los dos sabemos que no hay mayor dolor que sufrir el ajeno en ti. La fiebre de las niñas. Sus lágrimas de daño. Su angustia al llamarnos. Esos ¡ay papá, ay mamá! que nos desgarran las entrañas. Este fin de semana de terrores, de muertos y de santos.