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Solo por ser María
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Solo por ser María

Actualizado 31/10/2015

JULIO FERNÁNDEZ | Profesor de Derecho Penal de la Usal

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[Img #467016]María vivía en uno de los barrios más deprimidos de Guatemala, tenía dos hijos pequeños y, recientemente, se había cambiado de residencia porque su expareja la tenía amenazada. Nunca se atrevió a denunciarlo puesto que sabía que la justicia nunca iba a creerla y siempre ha temido que si lo hacía iba a ser peor el remedio que la enfermedad, porque su ex se vengaría y acabaría con su vida. En los primeros días de febrero del pasado año 2014 María fue asesinada en plena calle de un tiro en la nuca. Los testigos presenciales aportaron algunos indicios, pero, después de casi dos años de investigación, no hay ningún elemento de juicio suficiente que pueda desvirtuar la presunción de inocencia del que fuera pareja sentimental de la difunta, los tribunales han decretado el sobreseimiento del caso y, por consiguiente, no ha habido sentencia condenatoria contra nadie. El caso de María es uno más de los cerca del 90 % de las muertes violentas de mujeres en Guatemala, que quedan impunes. Tan sólo ha habido condena para los asesinos de 606 de las cerca de 6.500 mujeres que han muerto de forma violenta (catalogadas como muertes de violencia de género), en los últimos diez años.

En el caso de El Salvador, aproximadamente una mujer cada día muere violentamente a manos de sus parejas o ex parejas. Las estadísticas son parecidas a las de Guatemala (que cuenta con una población de aproximadamente 16 millones de habitantes, mientras que en El Salvador viven unos 4 millones de personas). Algo parecido ocurre en Méjico, donde son asesinadas unas 5 mujeres cada día.

En España, aunque afortunadamente no padecemos esa epidemia de asesinatos por violencia contra las mujeres, las cifras comienzan a ser preocupantes, puesto que a fecha actual 43 mujeres han muerto a manos de sus parejas o ex parejas, incrementándose el número de crímenes de genero cometidos con respecto al año anterior por estas mismas fechas.

Desde el Gobierno la medida estrella que se ha aprobado para prevenir este tipo de conductas violentas, es, por desgracia, incrementar las penas de prisión hasta límites jamás conocidos; en cambio, ha disminuido las ayudas (tanto para víctimas como para asociaciones) destinadas a luchar contra esta lacra social. La pena prevista en el Código Penal podrá llegar hasta los 25 años de prisión y si la víctima es especialmente vulnerable, se podría imponer la pena de prisión permanente revisable, según lo establecido en el artículo 140 del referido texto legal.

Vivimos en una sociedad igualitaria en la que hombres y mujeres tenemos el mismo derecho a la educación, al acceso a la cultura, al trabajo y al desarrollo integral de nuestra personalidad

Es más, la reforma del Código Penal entró en vigor hace 4 meses ( el 1 de julio) y la realidad nos demuestra que no sólo no han disminuido las muertes sino que incluso han incrementado. De tal suerte que se cumple lo que muchos predicamos en las aulas sistemáticamente, relativo a que un incremento de penas no va a suponer que los ciudadanos se motiven suficientemente para disuadirlos de su conducta criminal, disminuyendo los delitos. Y si no, a las pruebas me remito: los Códigos Penales de Méjico, Guatemala y El Salvador (porque los he citado aleatoriamente) prevén unas penas de prisión más largas y de cumplimiento más duro para los autores de estos abominables crímenes que las que prevén nuestras leyes penales y, sin embargo, se comenten más delitos que en España. Como sabemos, más derecho penal no significa menos delito y como tantas veces hemos manifestado, un Estado Social y Democrático de Derecho tiene que intervenir en los procesos sociales para corregir los desequilibrios, tiene que invertir más en educación, sanidad, servicios sociales y concienciación ciudadana; instrumentos que constituyen el mejor antídoto para prevenir conductas delictivas.

Está demostrado que, como decía el gran penalista alemán Von Listz, "la mejor política criminal es una buena política social". Vivimos en una sociedad igualitaria en la que hombres y mujeres tenemos el mismo derecho a la educación, al acceso a la cultura, al trabajo y al desarrollo integral de nuestra personalidad. Una sociedad igualitaria no es ni machista ni feminista, es simplemente una sociedad formada por seres humanos libres e iguales en derechos y en deberes y nadie, absolutamente nadie, puede quitarle la vida a su semejante, tampoco por el mero hecho de ser María o de ser José. Ya está bien de seguir leyendo noticias del estilo de: "dos mujeres muertas por violencia machista e Málaga y Pontevedra" (24-10-15); "detenido un hombre por apuñalar y matar a su ex pareja en Tenerife. También hirió a la madre de ésta, cuando intentaba intervenir para que no la matara" (23-10-2015).

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