Reflexiones sobre declaraciones repudiables

La ley 18/1987, de 7 de octubre, en su único artículo, dice que: "se declara Fiesta Nacional de España, a todos los efectos, el día 12 de octubre". Por su parte, en el final de la Exposición de Motivos de esta ley se argumenta que: "la fecha elegida, el 12 de octubre, simboliza la efemérides histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los Reinos de España en una misma Monarquía, inicia un periodo de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos".

Se puede discutir sobre la conveniencia de celebrar la fiesta nacional en una u otra fecha. Es más, cualquier gobierno de turno podría modificarla y, de hecho, es relativamente reciente la decisión de que fuera el 12 de octubre, en un país, además, que tiene una larga historia de grandezas y miserias, de éxitos y fracasos. Una fecha que podría haber sido alternativa es la del 6 de diciembre, conmemoración de la aprobación por referéndum de la Constitución del 78, la Carta Magna que más ha durado en nuestra historia, la que nos devolvió a un régimen democrático de libertades y derechos y la que propugna como valores superiores la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político. En cualquier caso, sea cual fuere, sí es cierto que todo país tiene una fiesta en la que celebrar su onomástica.

Durante los días previos a la celebración, el actor Guillermo Toledo, escribió en su perfil de Facebook algunas expresiones poco afortunadas en las que "se cagaba" en el 12 de octubre, en la monarquía, en el descubrimiento de América, en la Virgen del Pilar y otras soeces que denotan una falta de respeto hacia emblemas, estandartes e instituciones. Nadie está obligado a profesar ideologías, creencias o formas de ser determinadas; ahora bien, eso no debe ser incompatible con el respeto y la tolerancia. En cualquier caso, y no quiero actuar de abogado del diablo, estas desafortunadas declaraciones no justifican, en ningún caso, que un guardia civil retirado pueda llamarle "hijo de puta", o que un General, también retirado, diga públicamente en un programa de televisión que "lo reta a duelo a muerte, con el arma que exija", diciéndolo totalmente en serio y aplaudido por los tertulianos del referido programa; uno de ellos, el conductor del mismo, calificó a Toledo de imbécil, mierda, guarro y cerdo (entre otras lindezas), se ofreció a ser el "padrino" del duelo y que Guillermo Toledo eligiera como "padrino" a Zapatero, Bardem o Pablo Iglesias.

La verdad es que declaraciones de este calibre dan miedo, porque demuestran una violencia verbal inadecuada en un país cuyo observatorio social debe estar presidido por los indicadores que garanticen la convivencia pacífica. "Cuidado con las palabras porque preparan el camino de las balas y las bombas", como decía Tomás y Valiente. Tanto las de Toledo como las de los otros son desafortunadas, aunque hay una diferencia, las del primero no parecen amenazantes, algunas de las de los otros sí, y eso no se puede permitir en una sociedad civilizada y seria como la nuestra. Y sino que se lo digan al concejal de Ahora Madrid, Guillermo Zapata, que tuvo que dimitir de la delegación municipal que le encomendaron y declarar judicialmente debido a la querella interpuesta por la asociación Dignidad y Justicia, aplaudida por Esperanza Aguirre y que el Ministerio del Interior también impulsó ante la Fiscalía. En aquélla ocasión hasta miembros del gobierno se pronunciaron condenando enérgicamente al referido concejal; ahora no se ha oído a ningún miembro del Ejecutivo en tal sentido condenatorio.

No obstante, todo esto sería una mera anécdota si no escondiera el problema de fondo y que se viene manifestando en España desde hace siglos: la persecución y la estigmatización de quién piensa de otra manera, de quién cuestiona las estructuras del Estado y su forma política: la Monarquía Parlamentaria, del disidente que no se identifica con sus símbolos y banderas y, en la actualidad, de algunos partidos políticos que no comulgan con la gestión del actual gobierno, que los tacha de ser la anti España. Y es que cierto sector de la sociedad está empezando a hartarse de la dialéctica "amigo-enemigo", de la cantinela de "estás conmigo o estás contra mí". Además, desde el gobierno deberían preguntarse por qué han surgido plataformas y partidos diferentes al PP y PSOE precisamente durante este último gobierno del PP. Desde el gobierno tienen que admitir que estos partidos florecientes aún no han gobernado (por lo que no se sabe cómo lo harán) y están denunciando una gestión gubernamental nefasta en la que se han incrementado las bolsas de pobreza, se han recortado drásticamente las políticas sociales (y no lo digo yo, lo verifican las estadísticas), se ha fomentado el clientelismo político (el mejor ejemplo es la gestión de RTVE) y muchos miembros que han pertenecido al PP y a los gobiernos constituidos por esta formación política están imputados por escandalosos casos de corrupción política y económica.

El PSOE tampoco sale bien parado y también debería reflexionar y considerar que si la gestión que realizó cuando gobernó hubiera sido diferente, la reacción lógica de la ciudadanía disidente hubiera sido volver a darle el apoyo electoral que le retiró y no parece que eso vaya a ocurrir en las próximas elecciones generales.