Calle Cola, ¡quién te ha visto y quién te ve!

Mucho ha cambiado la Calle Cola. Un servidor recuerda perfectamente lo que se ve en esta fotografía, en la que se ve intacta la parte de la muralla, por decirlo de alguna manera, ya que la parte del frontón solo pertenece la parte de abajo con piedra tallada, y la parte de arriba, donde anidaban cientos de guirrios, construida con piedra sin tallar, y sobre todo la parte más alta hecha de ladrillos. Ésas dos partes son más recientes y no tienen que ver nada con la muralla. De todas formas, eso lo dejamos para los historiadores que saben más que este que os habla.

La vista es fantástica, y nos alejamos hasta el final de esta instantánea para admirar cómo se levanta majestuosamente la Iglesia de Santa María la Mayor, toda una referencia para Ledesma, aparte de todo el conjunto histórico que conforma esta villa y que no es poco. Más abajo nos fijamos en las escuelas y en las casas de los maestros. Esas escuelas darían para muchos capítulos, pues se puede hablar y rememorar todo lo que en ellas acontecía, y que en tiempos pasados estaba a rebosar de niños y niñas y, por supuesto, como era norma de aquellos años, los niños en unas aulas y las niñas en otras. Eran bien sonados los griteríos y la algarabía que de ese entorno salía antes de entrar a clase; después de salir más aún si cabe, y en los recreos para que decir más, era una locura ver a todos corretear, cada cual a su aire,y otros en equipo para echar un partido de futbol en la explanada de la muralla de la Fortaleza. Las niñas a la comba o al corro de la patata. Como he dicho antes, todo esto daría para mucho y ya se irá contando poco a poco en otros capítulos.

Nos vamos acercando más abajo, y lo que si está igual es el huerto o cortina que tenía Colas El chamusco donde guardaba el burro, o burra, y que había cantidad de árboles frutales. También se ven en la parte izquierda unos árboles, pues en el segundo que sobresale para el camino había unos almendrucos buenísimos, y los mocetes dábamos buena cuenta de ellos; eso sí, con gran tino, pues los cogíamos con el tiragomas y aunque algunos caían dentro, otros caían al camino, y de esos dábamos buena cuenta nosotros.Y ya en la foto nos queda la bifurcación de dos caminos. El de la izquierda iba para las casas de la Calle Cola y el de la derecha para la trasera de dichas casas, o para el regato. Y como he dicho antes, todo ha cambiado y lo que antes eran unas casas ruinosas, hoy en día son unas casas lujosas en la que da gusto vivir, y si no que se lo pregunten a los que allí moran. Muchas gracias. Otro día iremos con más relatos sobre este entorno y otros más.

Texto y foto: Monette González