Entre un 5 y un 10% de la población infantil y juvenil, afectada por la hiperactividad

La Asociación Salmantina de Niños Hiperactivos, (Asanhi), ha celebrado hoy en el teatro de Caja Duero la I Jornada Multidisciplinar sobre Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, TDAH. La presidenta de la asociación, Herminia Cascón, ha explicado que el objetivo de esta primera jornada, que ha contado con la presencia de la concejala de Salud, María José Fresnadillo, es concienciar a la sociedad de los problemas que tienen los niños hiperactivos en sus estudios o en el día a día, "a los que les cuesta centrarse", de ahí que recalcó la necesidad de ayuda para ellos desde edades tempranas "Hay que estar muy pendientes de ellos".

Cascón dejó claro que se trata de niños "normales, que con unas pautas alcanzan lo máximo". No es un lucha de un día para otro, aseguró que es un proceso "lento y necesita un trabajo en equipo con terapia y o medicación; es un camino con varias pautas".

Herminia CascóN explicó que la asociación cuenta con unos 200 socios y puede haber por aula "entre uno y dos niños hiperactivos". Es un trastorno que, según estimaciones, afecta entre un 5% y un 10% de la población infanto-juvenil, siendo unas 3 veces más frecuente en varones (1 niña por cada 4 niños) y representa entre el 20% y el 40% de las consultas en los servicios de psiquiatría infanto-juvenil. Los estudios de seguimiento a largo plazo han demostrado que entre el 60% y el 75% de los niños con TDAH continúa presentando los síntomas hasta la vida adulta.

Existen multitud de problemas asociados al TDAH, de entre los que caben resaltar los trastornos del aprendizaje, los problemas de adaptación social, la baja autoestima como consecuencia de los continuos fracasos y castigos por parte de padres y profesores, los problemas familiares y emocionales y los trastornos de la conducta, de la ansiedad y del estado de ánimo.

El trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) es un síndrome de la conducta con bases neurobiológicas y un fuerte componente genético. Se trata de una alteración del desarrollo de la atención, la impulsividad y la conducta gobernada por las reglas (obediencia, autocontrol y resolución de problemas), que se inicia en los primeros años del desarrollo; es significativamente crónica y permanente en su naturaleza y no se puede atribuir al retraso mental, sordera, ceguera o algún déficit neurológico mayor o a otras alteraciones emocionales más severas como por ejemplo la psicosis o el autismo.