Teresa de Jesús vuelve a la Universidad ocho siglos después

Para celebrar tan señalada fecha en este año del V centenario del nacimiento de Teresa de Jesús, la Pastoral universitaria lleva a la capilla de esta universidad la obra de teatro, "Teresa, la jardinera de la luz", escrita y dirigida por el ya conocido y prestigioso dramaturgo irlandés, Denis Rafter, e interpretada por el grupo de teatro "Lazarillo de Tormes" de la ONCE. Se trata en esta ocasión de la representación número 75 de este montaje.

Es una fecha clave para el calendario universitario de esta ciudad, en la que tantos acontecimientos de gran calado cultural tienen lugar, como la última investidura como doctor "honoris causa" del premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa, y es que ocho siglos avalan el indudable prestigio de nuestra muy afamada universidad en todo el mundo. Se trata de una de las más antiguas de Europa, pero que ha sabido mantener la calidad y difusión de sus enseñanzas, en especial de nuestra lengua castellana, por encima de cualquier frontera.

Sí, es un orgullo poder recordar en este 6 de octubre a una gran mujer Teresa de Jesús, que en esta misma fecha, aunque corría el ya muy lejano 1.922, fue la primera mujer nombrada doctora "honoris causa" por el entonces claustro de doctores, presidido por su vicerrector, don Miguel de Unamuno. Varias son las cosas que podemos señalar como claves en este nombramiento. Por una parte, se le reconoce este título a una mujer, muerta más de tres siglos atrás por su altura intelectual, porque a pesar de ser el obispado de la entonces diócesis, el que la propusiera para el nombramiento, fue la prestigiosa institución universitaria la que aceptó sin ningún tipo de cortapisa. Y es que Teresa de Jesús fue antes que santa, una mujer de letras, con grandes conocimientos teológicos y adelantada a su tiempo por la lucha que emprendió para que las mujeres de su época pudieran elegir libremente su destino en un mundo de hombres dominantes en todos los ámbitos de la vida.

Teresa no sólo fue una mujer de Iglesia, a pesar de ser nombrada santa a principios del XVII, exactamente tres siglos antes de este nombramiento de la Universidad de Salamanca, que ahora nos ocupa. También fue una pluma maravillosa, espontánea e ingeniosa, que supo hacer algo tan excepcional como es explicar a Dios, y no sólo por sus conocimientos teológicos, sino a través de la manifestación de sus emociones más íntimas con respecto a Él. Fue además una gran biógrafa, que al contarnos su itinerante vida se convirtió también en una gran narradora de sus viajes por la geografía del reino, fundando conventos, en una especie de revolución social para la época. Y es que no sólo escandalizó a las férreas convicciones sociales y tradicionales de su tiempo, sino que por otra parte, se ganó el favor de muchos de los grandes de su alrededor en pro de las mujeres. Y todavía le daba la vida para escribir poesías, andar entre pucheros, cantar con sus hermanas y recogerse para hablar con su gran amor, Dios.

A Teresa la aprendimos en el colegio por todo esto y por su papel destacado en las letras españolas representando lo más alto del Misticismo de este país, porque supo poner en palabras sus experiencias divinas. Sus méritos en todo, no pueden ser más destacados y sin embargo en casi un siglo de su doctorado "honoris causa", no se ha hecho hincapié en ello. Incluso la propia Iglesia tardaría aún unas décadas más en hacerla doctora.

La obra teatral,"Teresa, la jardinera de la luz", puesta en escena en tan importante fecha en el calendario teresiano y universitario, es el homenaje perfecto, que ha puesto ante tan especiales espectadores todas las maravillosas cualidades que envuelven a esta inigualable mujer defendida en escena por un grupo de hermanas carmelitas imbuidas de su espíritu. A pesar del enviado de la Inquisición que subido al púlpito frente a ellas intenta denostarla, la verdad absoluta que la envuelve hace que este hombre caiga rendido a los pies de la luz. Y con él todo el público abstraído en esta maravillosa y secular capilla, por lo que ante ellos se había desarrollado. Y es que algún universitario que acudió a esta cita parecía orgulloso de pertenecer a la entidad que supo reconocer la inmensa valía de esta mujer tan bien representada por el grupo de actores Lazarillo de Tormes.

Ellos también manifestaron el orgullo de poder haberse vestido para salir a escena, en el aula Salinas, pues uno de los actores encarnaba también al músico ciego. Se trataba de un afiliado muy joven, que ciego al igual que el maestro músico coetáneo de Teresa, será universitario también próximamente . A la salida de la representación y ya frente a la cámara de los fotógrafos, los actores estuvieron curiosamente abrigados por la figura de fray Luis de León, que observador callado en su talla de bronce parecía salvaguardar el recinto de la universidad como si de un libro se tratase, y en cuyo interior el texto hubiera sido la vida de su admirada santa. Quien mejor que él para poner el broche final a esta gran tarde, él que fue el primer editor de los libros de Teresa de Jesús?

Javier de Prado

Fotografías: Alejandro López