Los problemas existen hasta que se resuelven

De vez en cuando se pasan momentos, días, meses, años, difíciles de digerir y más de trasmitir, pero cuando transpasan las sinapsis neuronales y los latidos del corazón, se hace necesaria la comunicación. No obstante , compruebo a diario cuánta gente, incluso entre la que debería tener más sensibilidad por sus creencias, vive al margen o en la superficie de acontecimientos que sacuden los cimientos de nuestra humanidad, sus valores esenciales. Hay declaraciones llenas de hipocresia, como la del primer ministro David Cameron: " Para hacer frente a la llegada de miles de personas que huyen de la guerra, la persecución y la pobreza en Oriente Medio y África, "lo más importante es llevar paz y estabilidad", "No creo que la respuesta sea recibir a más y más refugiados", añadió, en declaraciones a la BBC.

Por todo ello, me congratula que cada semana en las paginas de Opinión de nuestro periódico digital haya un artículo dedicado al tema de los refugiados sirios y que la tarde del Jueves 24, Caritas nos haya invitado a trazar con nuestros pasos, varias veces, un círculo, en silencio y comunión con los caminantes sirios, en una zona trasitada de Salamanca. No dejemos las acciones solidarias, materiales o simbólicas, hasta que ellos, los refugiados encuentren refugio. 120 mil estaban contabilizados desde hace más de una semana para el primer reparto, pero ¿están ya instalados? ¿dónde?, ¿cómo? Eran trescientos mil, pero siguen saliendo de su páis, donde Tanatos se empeña en segar vidas inocentes. Toda la historia humana esta atravesada por estas locuras y nosotros tenemos a media España fuera porque en nuestra última guerra muchos españoles perseguidos a muerte buscaron refugio en Francia, aunque bastantes fueron transportados a campos de exterminio nazi. Los que embarcaron hacia Iberoamérica encontraron acogida en varios países, especialmente México. Luego la emigración económica de los sesenta. Todos se enriquecieron con el mutuo contacto. Ahora este episodio doloroso de los refugiados sirios, tiene que agitar nuestros sentimientos y nuestros bolsillos. Hace unas semanas se expandió un grito de dolor y solidaridad. Dos barcos que habían salido de Turquia con destino a la isla griega de Kos, puerta de entrada de la Unión Europea, naufragaron.

Se pudieron rescatar los cuerpos de 12 personas, entre ellos el de un niño pequeño que yacía en la playa boca abajo.

La fotografía de un agente turco contemplando y cargando al pequeño se difundió por los medios y las redes sociales con la frase La humanidad ha fracasado en turco.

Los diarios de toda Europa reflejaron esta conmoción: El Mundo señaló que la foto "ya forma parte del álbum migratorio de la infamia", El Periódico escribió que la imagen ilustra "El naufragio de Europa"; para The Guardian, la foto resume "todo el horror y el drama humano que se vive en las costas europeas"."Si imágenes tan potentes como la de un niño sirio muerto arrastrado por las olas no cambian la actitud de Europa frente a los refugiados, ¿qué podría hacerlo?", se interroga el diario The Independent.

Nos desveló el drama de esta Europa sin coesionar, sin valores, enfrentada a creciente presión para poder gestionar con rapidez la llegada de miles de migrantes. Ante los dudosos dirigentes europeos, fueron las familias, las ONGs?las que ofrecieron la acogida que finalmente los gobiernos asumieron?para retardarla.

Los miles de personas que desde Siria intentan llegar a Europa van aumentando. No es momento de escribir más cifras, pero si constatar los cientos de miles de muertos que perecen en el Mediterráneo, o en las rutas difíciles que recorren casi siempre a pie y con el cierre de fronteras europeas. Lo más vergonzoso y repugnante.

Mucha gente se pregunta a la vista de la lentitud de los gobiernos: ¿Qué podemos hacer ya?

"Tenemos medios de sobra para ayudarles a venir, no sólo en las ciudades" responde un grupo salmantino que nos convoca el domingo a una asamblea. Tiene razón, yo también he pensado lo mismo: "Tenemos los pueblos de todo el territorio vacíos o semivacíos, las escuelas y los institutos rurales cerrados, los centros culturales mudos, los huertos abandonados, las tierras sin labrar, los centros de salud a muchos kilómetros de distancia? Porque sólo han quedado los viejos y los viejos no importan a nadie. Porque ya no nacen niños. Porque nadie juega en la era. Porque ni pájaros suenan, que al no haber niños, se les ha quitado el gusto por anidar en el pueblo. Porque ¿quién quiere irse a vivir a un pueblo vacío y triste?. Pero, ¿y si compartimos con ellos esos pueblos abandonados o semiabandonados? ¿Y si les cedemos el derecho de uso y disfrute de esos terrenos y esas edificaciones que nosotros hace años dejamos de usar y disfrutar, y así pueden rehacer su vida? ¿Y si les ayudamos un poco al principio? Ellos se recuperarían y nosotros recuperaríamos el gusto por el pueblo. Después de la tala brutal que han tenido, es necesario echar de nuevo raíces.

Y qué necesario es que nosotros enraicemos de nuevo en el pueblo. Hay mucho trabajo por hacer, pero no es difícil.