Cuéntame un cuento...

Estamos rodeados de cuentos y de cuentistas: cuentos chinos y algunos con más cuento que Calleja pero, ¿a quién no le han contado un cuento alguna vez? (me refiero a los auténticos, a los infantiles), ¿y quién, a su vez, no ha tenido que contarlo? Pues por mucho que añoremos el "érase una vez?" y, sobre todo, el "fueron felices y comieron perdices", la tradición oral está en desuso y en algunos casos hasta desapareciendo.

Es algo que ha dicho el profesor, escritor y etnógrafo salmantino José Luis Puerto. Textualmente, que "las generaciones de menos de 40-50 años ya no dominan la tradición oral porque no la han vivido"? y la afirmación tiene su miga. La historia de nuestros antepasados se está perdiendo -cuentos, leyendas, costumbres, canciones, refranes?- y, sin embargo, nos dejamos impresionar por la última moda y tratamos de incorporarla a nuestras vidas como si fuera una tradición. Ahí está el reciente ejemplo del Jálogüin. ¿Cuántos de los que lo celebran conocen su procedencia y su significado??

El caso es que de los miles de refranes castellanos que hay apenas recordamos una veintena, y de todos los cuentos tradicionales que existen tan sólo conocemos "los de toda la vida"? Las nuevas tecnologías, ya que tampoco somos mucho de leer, aplicadas también a estos aspectos cotidianos, representan nuestro salvavidas ante la necesidad o la obligación de tener que recurrir a ellos.

Y precisamente es la era digital la que, por un lado, nos permite ahora archivar toda esa información que se va perdiendo para que no caiga en el olvido definitivo, pero por otro está acabando con esa riqueza que siempre ha sido la tradición oral en las reuniones familiares.

Vamos perdiendo imaginación y ganando quebraderos de cabeza y aislamiento digital. Tal vez por eso ahora los cuentos de mayores no tienen final feliz y los medios de comunicación se encargan de convertir cualquier noticia en auténticas historias de miedo donde la realidad siempre supera a la ficción.

Ya lo cantaba Celtas Cortos en su trabajo de 1991, "Cuéntame un cuento y verás qué contento, me voy a la cama y tengo lindos sueños?". Menos mal que nos quedan los cuentacuentos...