Tres garabatos

Si escribes uno o dos artículos cada semana, acabas escribiendo de casi todo de lo que uno puede saber o pensar o preguntar. Hoy por ejemplo, acabo escribiendo sobre dos o tres cosillas que me rondaban desde hace tiempo, pero que no me parecían de entidad suficiente como para hablar de ellas. Sin embargo ahí están desde hace tiempo y son comentadas por unos y por otros. Por eso de ellas hablo hoy.

La primera viene de lejos. Es la sospecha que tengo de que es la misma persona la que ejecutó tres intervenciones de acero corten en la provincia con resultados, a mi modesto entender de ciudadano, sorprendentemente feos, desde la estética, y/o al menos, desde la utilidad, inoportunos. Habrá quizás más ejemplares pero conozco bien de cerca tres piezas: la primera es el supuesto retablo/dosel, enorme y de buen acero corten, que se levantó tras el altar de piedra al aire libre en medio del castro de Yecla de Yeltes. Se pueden hacer apuestas porque es difícil encontrar nada tan esperpéntico, tan feo y con tan gran capacidad de estorbar. Y allí ésta y ahí sigue y, aunque todo el pueblo esté en contra, allí seguirá. Y más feo aún si ha sido costeado con "presupuestos para la protección del románico atlántico". Ironías de la vida?

La segunda está en uno de los lugares más cargados de fuerza y significado para mí, me parece un sitio mágico sobre todo al atardecer. Me refiero a la portada oeste de la ermita del Cristo de la Misericordia en Hinojosa. Si no ha estado allí, se apresure a admirarla con calma y quietud a eso de media hora antes de ponerse el sol tras las lejanas y sucesivas sierras de Portugal. Y luego, por favor, me cuente qué hace allí, ocultando la visión de la portada románica si se quiere contemplar entera y de frente, aquella pieza de acero corten de varios metros de larga. Pues le digo que está montada para sostener unos focos que, supongo, iluminarían la portada, si un día se iluminara, que creo que no. Como suena y no es broma.

La tercera es un garabato. Ojo, que el DRAE presenta catorce acepciones de esta palabra y no están todas las que andan en uso. Y un garabato es, siendo amable, la cosa de acero corten que alguien -¿será la misma persona la responsable de los tres "monumentos"?- erigió en la mismísimo Patio de Escuelas como soporte de una información sobre la fachada de la Universidad. Aplausos. Es un material de enormes prestaciones y de especial resistencia a la corrosión, por lo que su empleo se reparte por el mundo entero; recuerdo con mucho gusto, entre miles, la sorprendente iglesia de Looz o la enorme Liberté en Fontenay o las consabidas de Chillida Leku. Pero no por eso está justificada la "plaga metálica" (la expresión no es mía) que se extiende hasta espacios donde el acero no debiera ni aparecer, como en el Patio de Escuelas, sobre todo si lo hace con formas tan estrambóticas y tan opuestas al espíritu renacentista que habita el lugar desde siglos. Un poco más de respeto y algo de por favor?

Las tres "aportaciones" tienen tanta fealdad en común que sospecho que se deben a la misma mano; las tres son invasivas y se les nota que han venido "de fuera"; las tres se erigen a la contra de la memoria histórica que en el sitio se concentra; las tres estorban y distraen; las tres quieren y no pueden; las tres provocan un impacto que parecen merecer figurar en alguna revista de arquitectura extrema?

Por eso las tres están de sobra. Es una opinión, claro. Y me gustaría oír otras.