Los picapedreros de la villa bletisana

Los picapedreros o pedreros se puede decir que se remontan a bastantes siglos atrás, dado que antes que los romanos ya había indicios de los que árabes estaban en esos menesteres de labrar las piedras, las cuales no nos faltan en Ledesma. Nos da una buena referencia por lo que podemos ver en esta villa de Bletisa con la Fortaleza, sus murallas, el puente medieval, llamado el puente romano por los ledesminos; al igual que el castillo y muchas cosas más,como puede ser el verraco, el menhir, y por decirlo de alguna manera, las catacumbas o espacios cerrados con sus habitaciones y sus galerías subterráneas, y sin olvidarnos de las iglesias, edificios y otras maravillas.

No podíamos por menos de hablar de gran patrimonio que, unos y otros a lo largo de los siglo, nos han dejado en este maravilloso pueblo, de lo que puede deducirse que ha habido unas mezclas de culturas de lo más variopintas y que han hecho que Ledesma sea una villa por donde han pasado grandes personajes. No podríamos enumerar a todos, eso quedaría para muchas más publicaciones, o capítulos dignos de un culebrón de cualquier país sudamericano. No tiene nada de comparacion, una cosa con otra, con perdón de los culebrones.

En la fotografía que nos acompaña podemos ver a unas familias de pedreros o picapedreros con sus balsas preparadas para cruzar el río Tormes, con las piedras que previamente han tallado ellos. Una de las familias eran Los tintones, de los que yo me acuerdo. Cada uno dejaba una marca en las piedras que había tallado, y que se pueden ver en distintos puntos de la muralla. Destaca alguna, como la que observamos subiendo de la cuesta de Indiano, con unos atributos masculinos. No obstante, las marcas son de lo más curiosas, y eso es lo que dejo para que cada uno, bien sea ledesmino o visitante, vaya descubriendo y, al mismo tiempo, empapando de la cultura ledesmina. Gracias amigos, y si teneis tiempo y cámara en mano, hacer el recorrido y sacaréis unas buenas fotos para un recuerdo imborrable de esta querida villa bletisana.

Texto y foto: Monette González