El ruido de adentro

Estaré dilucidando nubes.

GIOCONDA BELLI: El Ojo de la mujer

Pero aquel noviembre todo fue distinto,

yo paseaba por las noches frías

y pensaba en tus párpados,

pensaba que quizá tú fueras mía

una mañana

y hurgaras en mis besos disecados

como una golondrina

que se empapa en los cirros.

Por todas partes te quería,

por todas partes te soñaba.

Pero el reloj se desató en el mes de abril

y un día, no sé cómo,

tú me dijiste buenas días

y todo mi universo fue una fiesta.

Perdí las fotos de tu escote,

corrí las huellas de los cohetes

y todo sucedió como

en los cuentos

y alboroté los libros y las letras.

Esto es lo que recuerdo de tu amor,

cuando los sueños se llenaron

de patrones,

cuando el invierno vomitó

su porexpan,

cuando robé el jamón

de aquel supermercado

y contraté la luna para un martes,

con su perchita de trapo

y su chaqué de luciérnagas.

Y recuerdo como nunca que te aprobé,

con nota, entre las mantas,

que me llamaste bobo y trasnochado

cuando te hablé de mí,

de lo que sueño por las noches

detrás de tu silencio.

Pero después de tanto amor, un día,

no sé cómo,

tus labios confundieron las salivas

y llovieron insectos,

y mi cariño se me fue pudriendo

y se oxidó aquel sueño adolescente

de enhebrarte las trenzas.

Y todo fue distinto aquel noviembre

de encerados en que aprendí

a remar en tu cintura, a cocinar tu amor,

a apedrear las olas, a cabrear abejas.

Y todo se inundó hasta la bombillas,

y ahora, sin tu amor, soy un

croupier del corazón,

soy un acróbata infeliz

que escurre su nostalgia,

que se acurruca en los bancos

de los parques,

que rompe los recuerdos sin patucos,

que asfalta los andenes de tus cejas,

tu botiquín de excusas

y amenazas y amenazas

y amenazas y amenazas y amenazas

(y se ha rayado este poema.)

Poema del libro Proceso de amor, Amarú Ediciones