A cobro revertido

¿Está el señor cura? Sí, que se ponga. ¿Padre? Quiero confesarme. Sí, sí, por teléfono, claro. ¿Qué no es lo mismo? Ande padre, si en el confesionario tampoco me ve la cara, no me venga ahora con sermones. ¿Cómo? No, padre, no. No se preocupe por los de Telefónica, no creo que la factura tenga algún recargo o que escuchen la conversación. Usted tranquilo, padre. Esto queda entre usted y yo. No se preocupe. ¿Oiga? Es que no le escucho bien. Debe ser este maldito teléfono que lo descarga el diablo. ¿A ver? ¡Ahora! Es que no hay muy buena cobertura, padre. ¿Seguro que no está dentro del confesionario? Vale. Bueno, pues empiezo, aunque no sé muy bien por dónde. No, padre, no. Es que hace mucho tiempo que no me confieso y no sé si contarle primero los pecados veniales o los mortales. ¿Los que quiera? Pues no sé, que casi no hago examen de conciencia, por ejemplo, o que ya no voy a misa los domingos... ¿Por qué? Pues porque me acuesto muy tarde los sábados y claro, luego no me levanta ni Dios. No padre, no. Es sólo una forma de hablar. Claro que soy católico y apostólico, y romano si usted quiere, pero es que no me levanto. ¿No podrían ustedes poner la misa un poco más tarde? ¿O decirla por Internet? ¿O en versión descargable? ¿Cómo dice? ¿Qué la dan por la tele? ¿Y sin codificar? Sí, padre, pero no es lo mismo. ¿Qué vaya a otra parroquia? No padre

, no. A mí me gusta escucharle a usted. Sí, claro, cuando iba por allí. No sabe cómo me gustó aquella historia que nos contó un día de un tipo que convirtió el agua en sangría. Ya me podría decir cómo lo hizo porque tengo una amiga enóloga en Sardón de Duero y anda la mujer a uvas. ¿Qué dice? ¿Qué era una parábola? Ah, pues mi tío tiene una parábola de esas y dice que ponen cosas muy buenas y fútbol y películas clasificadas, creo.

¿Qué no tengo perdón de Dios? ¿Pero no dicen que Dios es misericordioso y es uno y trino y es amor y es el pastor y el camino y la luz y la verdad? No padre. Yo nunca he sentido la llamada de Dios. No, no le digo que no me haya llamado, que a lo mejor lo ha hecho, pero tendría el móvil en modo avión. No, padre, no, no he leído la Biblia.

Sí, me suena. Adán y Eva, Caín y Abel, Brian. Sí, que hicieron una película. Sí, hombre, el de los Monty Pitton. ¿Qué no era ese? Vale, vale, me la leeré, sí, la Biblia, pero al revés, comenzaré por el apocalipsis y luego le hago un trabajo a doble espacio y usted me convalida la confesión, ¿vale? ¿Qué no puede ser? Pues entonces le corto, oiga. ¿Padre? Le estoy perdiendo, padre. Le oigo a ratos com si fuer tartamu. ¿Padre? ¡Maldito móvil! ¡Al infierno!