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La Mariseca
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La Mariseca

Actualizado 31/07/2015
Eutimio Cuesta

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¿Qué es eso de la Mariseca? Como buena tierra de toros, Salamanca no podía comenzar sus fiestas de otro modo que con la Mariseca, que coloca el 15 de agosto de cada año. Si entras en la plaza Mayor, levantas tu vista hacia la espada- ña del Ayuntamiento, verás, en la parte más alta, a la Mariseca, entonces sabrás que algo está por venir. Se coloca hasta el fin de las fiestas de la Virgen de la Vega y de la feria taurina. Antiguamente, solo se colocaba la Mariseca para anunciar las corridas de toros, pero estamos hablando del siglo XVII y la llamada era en la plaza de San Martín, el 25 de julio; pero ya, en 1669, se cambió, porque la veleta se soltó cayendo al suelo, y provocando la muerte a un transeúnte. Luego, la cambiaron al arco de san Fernando, pero, con la mala suerte, que, en 1806, un trabajador, apodado "Mariseca", tras intentar colocar la veleta para anunciar la inauguración de las fiestas, tuvo un accidente y también falleció. Tras esta segunda muerte, se decidió llamar a la veleta con el apodo de aquel hombre, y así se quedó hasta el día de hoy. Actualmente, quizá por aquello de prevenir, la Mariseca es colocada por el cuerpo de bomberos de la ciudad salmantina. En la silueta, se puede ver escrito el número 9 que son los días de fiesta en honor a la patrona, la Virgen de la Vega". Y, como Salamanca es la cuna de la provincia, nosotros hemos querido emularla con nuestra Mariseca, anunciadora de fiestas y toros, de alboroto y jarana, de encuentro y convivencia, como lo hicimos con la celebración del Lunes de Aguas, otra tradición salmantina ciudad. Si Salamanca tiene una Patrona intercesora, nosotros hemos elegido a un Santo por Patrón, también protector y aficionado al toro; aunque, por lo que se ve en la instantánea, que se adjunta, nuestro Patrón es tan humano, que sabe de miedos y de riesgos, y escapa, ante la fiereza del animal, a guarecerse en el recoveco de la alguna estrella. En esto, debió imitar a san Juan de Sahagún, otro Santo salmantino, que, a un toro, que corría calle arriba por la puerta de Aníbal de Salamanca, lo apaciguó al grito de "detente necio"; hecho que, hoy, recuerda el nombre de la calle, donde aconteció tal evento. En cambio, san Juan no gozó nunca de la potestad de san Roque de poder caminar y correr entre el aire o sobre el aire, como lo hizo Jesús sobre las aguas. De este don o atributo divino, propio de nuestro Santo entre los santos, lo he descubierto gracias a la técnica sofisticada, que se adueña del mundo a pasos de gigante. Es tal la precisión de los objetivos de las digitales, que captan hasta lo más espiritual y misterioso, y descifran los mayores y complejos enigmas. ¿Aunque tú no habías visto nunca a un Santo correr por los aires y a un toro intentando alcanzarlo y empitonarlo? Pues ahí lo tienes, yo no me lo invento. Ni es fruto de mi inequívoca locura, ni contagio de nuestro hidalgo, don Quijote. Y esta realidad palmaria justifica la influencia de nuestro Santo en los distintos percances, que suceden en nuestros festejos taurinos, en que nunca pasa nada, y que el personal cataloga como milagro o que san Roque estuvo al quite o que san Roque metió el pico de su capa, y evitó lo imprevisible. Toda esta intervención del Santo tiene una explicación, que no tiene que ver con la milagrera, pero, lo que no cabe duda, es que su presencia es una realidad, y no tiene discusión: San Roque sobrevuela y supervisa, cada mañana y cada tarde, hasta el menor detalle de los aconteceres y peligros, que entrañan el recorrido de los encierros y del espectáculo taurino de cada tarde; al menor riesgo, él no lanza el capote, desde arriba, sí proyecta su sombra, sombra que nubla, ciega, abate y desconcierta la intención de la fiera a hacer daño o más bien de defenderse; y todo queda en susto, en anécdota que nosotros alimentamos en nuestras tertulias y que sirve de presunción al protegido, y que, al año siguiente, agradece al Patrón, echándose mayordomo. Ya sabes una cosa más de nuestro Patrón, a parte de saber que nació en Montpellier y que socorrió a aquellas personas mordidas de peste, y que los macoteranos elegimos por Patrón, porque, en varias ocasiones de nuestra historia, fuimos afectados y sacudidos por esta terrible y fatal enfermedad; y sabes que también nos sirve de pretexto para estar juntos, cada año, y pasarlo bien todos en buena armonía.

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