Una vez pasada la fiebre populista

Quien esperara cambios radicales en la gestión de los nuevos Ayuntamientos y Comunidades, si es sincero, tendrá que reconocer su error de cálculo. Los que llegaban con fórmulas mágicas -de acuerdo, aún no han transcurrido los cien días de rigor- no parece que vengan dispuestos a solucionar los verdaderos problemas de sus paisanos. Su escala de valores contempla otros asuntos más importantes. Al menos ese fue el mensaje de la campaña. Paro,sanidad, educación, vivienda, esi es pecata minuta. Lo fetén está en los nombres del callejero o en la socorrida memoria histórica que, curiosamente, consite en desenterrar -nunca mejor dicho- los odios ya superados del siglo pasado y olvidar cuidadodamente lo que dijimos el mes padado.

El "bluff" del fenómeno Tsipras y su rotundo fracaso en Grecia ha dejado sin argumentos a su corte de admiradores españoles. Pasada la fiebre populista de los primeros momentos, no estaría demás otro referendum al pueblo griego para preguntarle si la solución Syriza ha traído algún alivio para sus estrecheces, o si, por el contrario, el respiro de le ha vuelto a proporcionar Bruselas. Por favor, esta resluesta de los griegos que se grabe a fuego en el frontispicio de alguno de nuestros partidos.

Mis ansias de mar han dado cob mus huesos en la sumpática ciudad. de Cádiz. Una de las que han tenido el dudoso honor de dotarse de alcalde podemita. Como cortados por un mjsmo patrón, los alcaldes de esta nueva ola acaban de instalar su banco de pruebas donde desarrollar sus políticas. La fórmula es bien sencilla:

- Hay que llegar al poder, cueste lo que cueste.

- Pactar, lo que se dice pactar, con todo el mundo - menos con el PP, vade retro-

- Una vez ocupado el sillón, lo de menos es el discurso de la campaña electoral. No co viene repetirse porque se puede quedar fuera de juego, como en Grecia.

- Algo que nunca falla es soltar alguna andanada contra todo lo que sea anterior s 1975. ¡Ah! De paso, hostigar a todo lo que huela a Iglesia, Ejército, USA. Es lo que más vende.

Pues bien, parece ser que uno de los mayores problemas que arrastra Cádiz se va a resolver de inmediato. No se puede aguantar ni un día más una ciudad cuyo estadio tenga la poca vergúenza de llamarse Ramón de Carranza. Ahí está el origen de tanto paro, tanto fracaso escolar, de la falta de competitividad de sus astilleros y hasta del puñetero viento de levante. Se va a soneter a referendum el nuevi nombre que se proone: "Estadio de los kompañeros Maduro y Tsipras, y olé".

Para que nadie pueda decir que otros problemas no quitan el sueño a su alcalde, se pretende declarar zina hábil para botellón y barbacoa todo ek litoral playero de la ciudad. Cuando la ciudad acaba de perder suba.dera azul por los abysis cinetudos en las últimas celebraciones nocturnas del Trofeo Carranza - perdón,Trifeo Maduro-Tsipras-,a partir de ahora, la playa limpia más próxima a Cádiz será la de La Barrosa. Es igual, lo que mola es la juerga. ¡ Pobre Cádiz !