La sonrisa del matón

A medida que se van conociendo los pormenores de la imposición de durísimas condiciones de vida al pueblo griego por parte de los poderosos de Europa (que se reducen a dos, el gobierno alemán y los poderes económicos alemanes) y de los sumisos que los rodean (todos los demás gobiernos europeos), se va mostrando la realidad con toda su crudeza: aquí no importan las personas, se pueden pisotear derechos, ideas, sociedades enteras con total impunidad.

No hemos vivido una negociación, ni hemos asistido a un intercambio de intereses entre acreedores y deudores, y mucho menos a una acción de ayuda de la Unión Europea a los que más sufren; hemos sido espectadores de una lapidación, de un escarmiento, de una ejecución cuyo único objetivo es dejar claro a todos quien manda y de qué forma manda, que no haya ninguna duda de que no cabe alternativa alguna y que la única opción es obedecer y pasar lo más desapercibido posible. Los griegos no han llegado a esta situación por aquello que nos dijeron de "haber vivido por encima de nuestras posibilidades" (que nos expliquen cómo viven por encima de sus posibilidades pensionistas que cobran 400 euros, trabajadores que trabajando el doble que los alemanes cobran la mitad, víctimas de la voracidad de los bancos, hipotecados, desahuciados, parados que han perdido su trabajo a los 50 años y cuyo único horizonte es llegar vivos a una jubilación miserable, jóvenes condenados a la explotación), los griegos han llegado a esta situación por haberse atrevido a creer que las cosas pueden ser diferentes, por creer que la democracia existe, por no aceptar sin más lo que se les impone.

Pero siendo terrible la constatación de que no se admiten disidencias, más terrible aún es comprobar la actitud arrogante y prepotente de los que rodean al jefe; en todos los grupos de matones pasa lo mismo, se juntan todos para masacrar al débil, y los segundones, los que podrían estar en el lugar del masacrado, suelen ser los más crueles, los que quieren hacer méritos ante el poderoso, los más taimados y cobardes que se alegran de la desgracia ajena porque creen salvar así su propio pellejo.

Qué miseria la de los representantes del Partido Popular, incapaces de disimular su repugnante satisfacción porque ven en la tragedia griega un instrumento electoral, un dogal para su propio pueblo.

Qué miseria la de la socialdemocracia europea, incapaz de ofrecer ningún modelo alternativo y que se conforma con mantener sus prebendas y privilegios a cambio de aceptar todo lo que se les ordene.

Todos ellos se juntan, se dan palmadas en la espalda, se autoafirman, se sienten machos alfa.

Los pandilleros son seres cobardes, sólo matan en grupo, sólo atacan a quienes son más débiles. Y cuando ya tienen a su víctima acorralada sonríen para amenazar y advertir a los que no son de la banda y pueden ser por ello la próxima víctima, pero sobre todo para demostrar su debilidad y su sumisión al líder. No hay nada más repugnante que la sonrisa del matón.