A vueltas con la ...¿memoria?

Hablar de memoria histórica es un decir, porque los hay que siguen empeñados en mirar sólo para un lado, ignorando lo que les conviene. Como España era un remanso de paz y bienestar allá por el 36, tuvo que venir aquel general menudo - de cuyo nombre me acuerdo pero no quiero ? a destriparlo todo, a lo mejor porque se aburría.

Una guerra es el resultado de la sinrazón de unos y de otros y nada hay más impropio del ser humano que resolver los problemas a escopetazos. Por ambas partes se cometieron atrocidades y es importante no olvidar quiénes empezaron antes a quitarse del medio a quien les molestaban por sus ideas, por su religión o por otras causas. Lo que pone seriamente en duda que en la segunda república hubiera realmente democracia en España.

La Ley de la Memoria Histórica, camino de cumplir 8 años, ha quedado reducida a cenizas, aunque de vez en cuando, alguien coge la badila, remueve y sale algún rescoldo. Ahora le ha tocado el turno a la Sra. Alcaldesa de Madrid, que quiere volver a darle una pasadita con decapante al callejero de la Villa y Corte.

Pues es una faena, Sra. Alcaldesa, porque no es sólo cambiar placas, es que prepara Vd una avería a empresas, a particulares y hasta el mismo google, y ya podíamos ir dejando tranquilos a los muertos, a todos, a los de unos y a los de otros. Personalmente no tengo ningún interés en cambiar o no los nombres de las calles. Detrás de cada denominación hay una historia, nos guste o no, puede que en algunos casos hasta algún mérito, y si queremos conservar viva la memoria, puede que no venga mal dejar las cosas como están. Lo gordo del tema ya se fue quitando años atrás. ¿A quien le molesta que D. Santiago Bernabeu tenga una calle próxima al estadio? ¿Era de verdad franquista Muñoz Seca, fusilado en Paracuellos en noviembre del 36? ¿Y los otros 5.000? Pero si no les había dado tiempo a saber quién era Franco, oiga!

Qué ganas de marear la perdiz a estas alturas, que deberíamos haber superado todo y tomado conciencia de las maldades cometidas en ambos bandos. En la guerra perdimos todos y cada vez quedan menos, por edad, que lo puedan contar. Hacen mal quienes se empeñan en escribir o interpretar la historia a conveniencia. Ya no es tiempo de odios y, sin embargo, sigue habiendo interesados en resucitarlos. Que cada cual defienda sus ideas y respete las de los demás. Eso es democracia, la que no había en el 36, le pese a quien le pese.