Oxi, Grecia, olivares y dignidad

Escucho a Elefteria Arvanitaki cantando las canciones de los exiliados griegos en Turquía, fascinada por esta música con reminiscencias orientales y esta lengua con ecos familiares de letras matemática y recuerdos del bachillerato en los que traducía textos de Herodoto, estudiaba a Platón y solo sabía decir Agapimú en griego moderno por aquello de una canción famosa que nos venía al pelo, porque andábamos todas enamoriscadas en la biblioteca y éramos muy leídas y muy cultas.

Por aquel entonces no sabía uno ni lo que era un griego y no desconocíamos que hay otra forma de hacer las cosas: Oxi. Y qué quieren que les diga, después de treinta años una sigue siendo muy culta, muy leída, muy enamorada y nada platónica? a mí que me den al griego y ya le convenceremos que eso del gineceo solo queda bien el día del Orgullo, que yo celebro el orgullo de saber que hay otra manera de hacer las cosas donde caben todos los amores, todas las fronteras, todos los colores y una nueva forma de de establecer las reglas. Oxi. Olivos, piedras, dioses, barcos, filósofos, matemáticos, quesos, Lord Byron, los romanos, las piedras y hasta Sofía de España envuelta en las olas azules de una península imposible. Hemos estudiado Grecia, la hemos habitado, escrito, leído, disfrutado, acariciado? Oxi. Nos la hemos bebido y la hemos gustado en Londres viendo los mármoles de Elguin con la misma pasión que mostró Keats. Díganme dónde está Melina Mercuri, dónde esa Niké que todo el mundo cree americana mientras la Venus de Milo y la Victoria de Samotracia adornan nuestros museos europeos? esos que no saben de cultura sino de números? como si no hubieran sido los griegos quienes nos han enseñado a multiplicar, a medir pirámides y a decir "Panta rei" porque todo pasa como las aguas del mismo río y el tiempo, no significa nada cuando hay cosas que son eternas como Sócrates, Tales de Mileto, Jenofonte, Pericles, el Partenon, mis novelistas griegos y amor a mi maestra de griego, mi amor al que amaba entonces. Oxi.

Una nueva forma de hacer las cosas. Si nuestra civilización nació en una península imposible de olivares y cabras, filósofos y poetas como Safo.. ¡Y que siga celebrándose el día del orgullo en esta isla de Lesbos donde imagino a Zerolo rodeado de efebos y con el Garzón de IU teniendo relaciones peligrosas con quien Podemos-podamos! Porque no debe nacer ahí, en la tierra donde Occidente empieza y está la raíz de nuestro idioma una nueva manera de sumar y de multiplicar fuerzas, sinergias, ideas y formas de leer la economía, la historia, la matemática y hasta la geometría de las hojas de ese olivo de mi amigo Pedro que nos cobija a despecho del tiempo y de las alergias curadas con farmacopea alemana. Oigo a Elefteria, la mujer más hermosa de Grecia, la voz de la dignidad de un pueblo que todo lo inicia y ahora debe resarcirnos de tanto tiempo que pasamos estudiando a los griegos, esos que no enseñaron, hace treinta años que hubo una mujer hermosa llamada Elena, un héroe inteligente llamado Ulises y un ser dominado por la ira y el resentimiento, Aquiles? Por eso ahora tengo los ojos lleno de mar y del azul de una bandera, el rostro de un hombre y una sola certeza: hay otra manera de hacer las cosas. Oxi. Oxi. Oxi. Oxi.

Charo Alonso

Fotografía: Fernando Sánchez Gómez