Albania, el Dios prohibido

Ando por Albania, un pequeño país del tamaño de la Comunidad Valenciana, bañado por el Mediterráneo como la Comunidad Valenciana, con unas tasas de corrupción altísimas como, por desgracia, ese lugar en el que estáis todos pensando. Y también como en la Comunidad Valenciana.

El país tiene algunas características que no son demasiado conocidas. Más que nada porque durante más de 45 años han vivido bajo un régimen dictatorial de lo más particular. Vamos, que han estado aislados del mundo hasta 1991 sin que supiéramos que tienen la mayor red de búnkeres del universo. Nada menos que 500.000 construcciones de estas para protegerse de no se sabe muy bien qué. Si hacemos las cuentas y dividimos los tres millones de albaneses entre los búnkeres sembrados por todo el país nos sale a uno para cada seis habitantes. Soluciones habitacionales que, por desgracia -con la llegada de la democracia hace 20 años- apenas si se han reciclado algunos como cafeterías, tiendas, viviendas singulares y hasta como templos religiosos.

Y ahí quería yo llegar. Al asunto de lo religioso. Y no porque Albania sea un país de mayoría musulmana sunita (más del sesenta por ciento); o porque los católicos y los ortodoxos sumen un treinta por ciento a partes iguales. Lo que resulta llamativo es visitar un país donde ha estado prohibida la existencia de Dios por decreto ley. Porque la Constitución albanesa de 1976 establecía en su artículo 37 que "el Estado no reconoce ninguna religión, y promueve el ateísmo para implantar una visión del mundo materialista en el pueblo". Y en consecuencia con ello, el Código Penal albanés de 1977 impuso penas de prisión de tres a diez años por "propaganda religiosa y producción, distribución o posesión de literatura religiosa". Y en el delirio máximo del surrealismo legislativo un Decreto estableció que los nombres de inspiración religiosa islámica o cristiana ? fueran de santos, profetas o cualquier otro inspirado en las escrituras ? no eran conformes con los estándares políticos, ideológicos y morales del Estado; y que los ciudadanos que los tuvieran debían de cambiar sus nombres.

Pero es que esto ha sido hasta ayer por la tarde, como quien dice. Y aquí andamos. Grabando con la minoría cristiana que nos cuenta las barbaridades del comunismo sui generis impuesto por Hoxha. Y, sobre todo, las consecuencias infames de su Revolución Cultural iniciada en 1967 con las campañas ateas que promovían la destrucción de iglesias y mezquitas, la quema de biblias y coranes, el afeitado de barbas a imanes y obispos, la detención, encarcelamiento e ?incluso- ejecución de todo aquel que insistiera en desobedecer una ley que prohibía la existencia de Dios.

Y le entra a uno un escalofrío por la espalda al entrar en algunos lugares y saber que ahí mismo acribillaron a tiros a unos señores por no acatar la Constitución, por anteponer su fe en Dios a las normas de los hombres. Por ser coherentes y honestos. Porque para ellos vivir sin Dios ya era estar muertos.