Comedores escolares en verano

Cada año por estas fechas surge la propuesta de abrir los comedores escolares para que los niños que en casa no van a recibir la comida adecuada por causas económicas puedan recibirla en los comedores escolares. De salida parece buena idea porque asegura a los niños la comida que necesitan, aunque si se mira despacio es una iniciativa llena de defectos básicos; incluso pudo ser hasta buena en tiempos pasados en una sociedad distinta, pero hoy ya no. Bueno, ésa es mi opinión y supongo que otros tendrán otra diferente. Pero doy las razones de la mía.

En primer lugar, poco respeto a los niños y a sus familias puede haber, opino, si se abre un comedor para niños de padres pobres que no tienen lo suficiente para darle al niño la comida que necesita. Cosa muy distinta es un comedor escolar que durante el curso está abierto a todos, sin marcas ni discriminaciones. Si el problema existe, y la experiencia dice que sí, la solución honesta y humana es otra, en mi opinión. Sería bueno y hasta obligado preguntar sobre esto a organizaciones como Cáritas que están todo el año más cerca de estas situaciones y esa experiencia desde cerca les ayuda a ver las soluciones adecuadas. Y echar mano de la experiencia, siempre mejorable, del verano pasado, por ejemplo.

Desde mi pequeña experiencia me atrevo a opinar que la mejor solución, la de más dignidad humana y la mejor para cada niño mal alimentado no es tan simple como un comedor y dar comida al que vaya, es algo de más complejidad y mejor hecho. Porque lo que en el caso del niño no debiera ser negociable es que coma como los demás en su propia casa y que la comida la compre y la prepare su mamá como es el caso de sus amigos y sus vecinos. Va a ser complicado, por supuesto, porque hay que localizar con cierto rigor, y con un margen de poco tiempo a la vista de que junio ya se acaba, a cada niño y a cada familia. Por otro lado creo que en una acción conjunta ?Colegio, Ayuntamiento, Cáritas y demás- tampoco llevaría mucho tiempo hacer una lista solvente y fiable.

Hecho eso y casi a la vez se establecen niveles y necesidades, modos concretos en cada caso y medios de control y seguimiento. Más personal, bastante dedicación, algo más de inversión, mayor implicación de todos, por supuesto pero la solución está al alcance de las manos municipales y colaboradores. En una ciudad como Salamanca y en unos barrios bien identificados cabe esta solución que en ciudades grandes y en suburbios urbanos grandes no sería ya posible. Pero aquí sí. Al final creo que es un problema de voluntad política, de implicación real de autoridades e instituciones y de capacidad técnica para hacerlo en poco tiempo y con rigor.

Que conste que si yo fuera nuevo concejal de la ciudad propondría algo así a la vista de que acaba el curso, se cierran los comedores y va a haber niños que lo echarán en falta porque en su casa, por pobreza o por falta de sentido común, no van a comer lo que necesitan. Y si fuera concejal de los nuevos partidos, lo propondría con más razones y más exigencias. Aunque para decir esto ya está Cáritas, que así lo hace, creo.