No me chilles que no te veo

Mientras volvíamos a casa, mi roja,brava, pero mágica amiga, y yo, comenzamos una conversación sobre Podemos y la reacción que está produciendo en la gente y, acordándome de la película de 1989 protagonizada por Gene Wilder y Richard Prior, le dije que eran iguales que los de la película, el cambio sería algo así como NO ME ROBES QUE YO TE MATO. Me miró con sorpresa y con esos ojos que pone de "¿por dónde vas a ir?, le expliqué:" curiosamente, los que pensamos en una posible vida tras esta,defendemos la vida como algo prioritario y los ateos, laicos y demás creyentes en la nada, deberían de respetar, aún más, si cabe, la vida, pues es la única que pueden tener, resultando sorprendente que estos son los que están dispuestos a emplear la violencia como instrumento político legítimo.

En el colmo del paroxismo, aquellos que defienden la inexistencia de la propiedad privada, son los que utilizan una presunta e hipotética legítima defensa para actuar violentamente contra el ladrón, equiparando el daño a la propiedad con el daño a la vida.

La inconsistencia es absoluta pues colocan en un estadío superior el derecho a la propiedad, configurándose como juez, parte y verdugo, condenando al ladrón a las agresiones, violencias que estimen por convenientes, frente al derecho a la vida o integridad física en la que, igualmente, se presentan como juez, parte y verdugo para liberar y absolver al violento.

Finalmente el Gran Sacerdote, Pablo Iglesias, exculpa y perdona las "caquitas", los "robos", los engaños, las violencias, los escraches, de los propios, afirmando del resto de partidos "que no nos representan", para cuando ellos tienen un concejalito o un porcentaje devotos muy inferior a las fuerzas más votadas, ellos "sí nos representan". Es decir, los votantes del Gran Sacerdote son más válidos, más dignos, más respetables que los miles de votantes de cualquier otro partido político, con más o menos votos que ellos.

Cáspitas, si esa es la democracia de los podemitas que cuando acuden a debates son los únicos que no respetan los tiempos, no respetan a los que acuden, no respetan ni siquiera a los organizadores, para después seguir al Gran Sacerdote,aceptando la violencia como arma legítima de la política en base a una supuesta legítima defensa, pues no me queda otra?. ¡Dios, para esto que yo me bajo!.