Por imperativo legal

Por imperativo legal han tomado sus actas de concejal muchos de los candidatos elegidos en las pasadas elecciones municipales. No la mayoría, aunque pudiera parecerlo por los espectáculos organizados el otro día a las puertas de varios ayuntamientos, al más puro estilo Riazor Blues o Frente Atlético. Por imperativo legal soportaron la hora del juramento o promesa de su cargo, ante la Constitución, que a los tradicionales Biblia o crucifijo nadie les obliga aunque alguno optase por escenificar el rechazo en lugar de disponer previamente su retirada. Por imperativo legal su acatamiento de la Carta Magna, como si alguien les hubiera obligado a presentarse a las elecciones y, sin otro remedio, a ser concejales de su ciudad, villa o pueblo. Varios de ellos se afanaron en aclarar que no esperaban ser leales al rey, sino a los ciudadanos, y que esta Constitución o esta Nación no les gustan y sólo la toleran por imperativo legal, entre otras morcillas de Burgos en el texto reglamentario.

Ocurre que la Constitución, la ratificada por los españoles en referéndum (al contrario que la del anterior período democrático: ¿qué miedo habría a las urnas?), la del maligno "régimen del 78" como dicen despectivamente ciertos ideólogos mucho más benignos e incluso entusiastas con la Arcadia chavista, se puede cambiar. No es inamovible. No es opresora. No es injusta. A muchos a los que no nos convencen ciertos aspectos de su articulado, y que comprendemos la necesidad de una revisión y mejora del texto desde un consenso nacional, nos molesta que algunos concejales la traten como la trataban los diputados de Herri Batasuna, enemigos de España y de la libertad.

Por la legalidad que de ella parte, es posible dramatizar la imposición de soportar su peso. O que al máximo representante del Estado en una región le divierta que se abuchee al himno y al jefe de dicho Estado, actitud muy poco honorable la suya, amén de maleducada y paleta. O que formaciones políticas minoritarias hagan durante un par de semanas una reinterpretación de los resultados electorales en lugar de dejar que los ciudadanos elijamos directamente a nuestro alcalde mediante listas abiertas o en una segunda vuelta, y que encima tengamos que oír que bueno, que lo acatan por imperativo legal, pero que no hay más democracia que la república ni otra manera de obtener el progreso, la justicia y el bien común que aplicando el socialismo o el comunismo.

Por imperativo legal se cuadran los policías locales ante ediles que difaman a las fuerzas del orden. Por imperativo legal vemos algunos bastones de mando o medallas municipales guardadas en el trastero de la casa consistorial, porque somos todos muy modernos, y muy austeros, y muy generosos? ¡y muy demagogos! Por imperativo legal escuchamos trasnochadas proclamas más propias del cantonalismo decimonónico (¡Viva Cartagena!) que de la Europa del siglo XXI. ¿También por imperativo legal tuitean barbaridades riéndose de Marta del Castillo, las niñas de Alcácer, Irene Villa o el Holocausto mientras planean el asalto a una capilla o un escrache?

Imagen: fragmento del juramento de la Constitución de la regente María Cristina de Habsburgo (Joaquín Sorolla)