Desde Atenas

Ir a Grecia, cuna de la filosofía, no nos hace ser mejores filósofos, aunque allí vieran la luz por vez primera Diógenes, Sócrates, Platón o Aristóteles, ni mejores oradores a sabiendas que en ella naciera Demóstones, un hombre tan sabio que con sus arengas no sólo era capaz de convencer a todos los que acudían a escucharle, sino que al día siguiente también les convencía de lo contrario. Tampoco nos vale que Grecia haya sido la tierra que admiró y confió en la memoria del rapsoda Homero o inspiró a los poetas trágicos Esquilo, Sófocles o Eurípides y por ellos quedar enriquecidos en la lírica. Ir a Grecia hoy es ver lo obvio, el arte de los grandes escultores y arquitectos al servicio de una civilización que se nos presenta aún viva después de tres milenios testificando los lugares de ocio, de culto, de parlamentos políticos, de vida, de amor y de guerras, a la vez que, confiando en la libertad con orden, diera origen a la democracia.

Escribo desde Atenas y aunque soy consciente de que en España se están dando pasos importantes para la construcción de una sociedad más plural, desde aquí yo no puedo cambiar el sol hacia otra parte. Y aunque estas piedras deberían, por antigüedad, estar achicharradas ?y no sólo por el sol? son la historia de lo que fuimos, somos y seremos, aunque le demos tantísima importancia a lo cotidiano. Tantas veces habremos dicho "¡si las piedras hablaran?!", pues aquí hablan las piedras. Y éste es el único camino para volver atrás en el tiempo. Olvidémonos de los agujeros negros y, de momento, también de esas Leyes Físicas que especulan hacia velocidades utópicas con las que volveríamos a encontrarnos con el pasado, y pensemos que a pesar de todas las cábalas posibles, para volver al pasado sólo tenemos estos caminos: hoy venir a Grecia, mañana, por ejemplo, visitar la civilización maya y, como decía un sabio amigo colombiano con el que departí unos instantes en mi caminar por el ágora griego, "hay que viajar antes de que nos quede el viaje largo".

El presente puede llevar a un individuo a vivir cien años de felicidad o de resignación, e igualmente esto le puede ocurrir a un país. Hoy Grecia vive una situación difícil y yo no estoy aquí puesto por Varoufakis ni por las oficinas de turismo griegas para dar testimonio de las bondades que ofrece el país, pero he de decir que si anteriormente ya existía la razón de la Historia para realizarles una visita, ahora, desde Atenas, puedo decir que existe esa otra razón que ofrecen los pueblos inteligentes: darse cuenta que sólo con orgullo no se sale, pero sin orgullo es imposible. Y esa razón o ese orgullo es el trabajo, del que, por las atenciones que nos prestan, sentimos rubor quienes les visitamos.

Que no nos engañen en la CE de que Grecia carece de expectativas para pagar la deuda, eso no es verdad, no los hagamos esclavos, tardarán más tiempo pero en su ADN llevan no volver a los tiempos anteriores a Solón, un arconte con plenos poderes para reorganizar el Estado que abolió la esclavitud por deudas en el año 600 a.C. No seamos injustos con este pueblo, ya que echar a Grecia de la CE sería como poner al abuelo en la gasolinera.

Visitar Atenas, hoy, es recibir una bocanada de historia y disfrutar de una sociedad moderna y con ambiente.