Cuando la afinación instrumental va más allá de la música

Son bastantes personas a las que he encontrado diciendo que la afinación correcta para la armonización del ser, debería estar en 432 Hertzios en vez de a 440Hz. y esto me ha generado tanta inquietud que me he tenido que parar a analizar cuánto hay de cierto en si la afinación de la nota La a 432Hz. ayuda a nuestra concentración, a nuestra relajación y a nuestras funciones vitales.

Todo comienza con un plan que muchos consideran conspiratorio por parte Joseph Goebbels en 1939. Este alemán encargado de la propaganda nazi, aparte de llevar acciones como quemas de libros, decretó que, a partir de ese momento, en todo el mundo se afinaría la nota musical La a 440Hz. Muchos han visto en esto una estrategia para separar al ser humano de los sentimientos naturales que supuestamente otorga la música afinada en 432Hz. y hacerlo más infeliz, negativo y expuesto a todo tipo de males.

Cuando en 1955 la International Organization for Standardization aprobó la afinación de La en 440Hz. (ISO 16.1975), no estaba haciendo otra cosa que unificar la afinación para la universalización de la música, ayudando a que la fabricación de instrumentos con afinación fija (como por ejemplo la flauta dulce), fuera de igual afinación en todos los países para que al juntarse dos músicos de distintos lugares, aquello no sonara a rayos.

¿Y por qué no la afinación a 432Hz.?

Es una cuestión de normalización y comodidad. En el siglo XVI algunas afinaciones llegaban a los 480Hz. y a finales del siglo XVIII ya se estandarizó hacia los 400-450Hz. Muchos músicos se reivindicaron cuando el gobierno de Francia dictó en 1859 una ley que establecía el La cuarta a 435Hz. y el Do central quedaba afinado a 258,65Hz. para buscar tesituras en las que las cuerdas de los violines no se rompieran al estar excesivamente tensas y los cantantes no tuvieran que dejarse literalmente la piel para llegar a las notas más agudas.

Esto generó una afinación filosófica o científica en la que el Do central quedaba afinado a 256Hz., quedando el La a 430,54Hz., pero sobretodo había una conveniencia porque las frecuencias de todos los Do eran potencia de 2. Su uso no se hizo popular.

Son las teorías actuales, las que hablan de una afinación mediante las oscilaciones de la tierra que rondan los 8Hz., pero en realidad la frecuencia de la tierra o la frecuencia Schumann es variable en el tiempo y en el espacio, por lo que serviría de poco acogerse a una afinación concreta, es decir, necesitaríamos un medidor de frecuencias en cada sala de conciertos para llegar a calcular que tipo de afinación necesitamos para llegar a conseguir esa afinación que nos mueva el alma.

En la actualidad las orquestas sinfónicas afinan con el La que genera el oboísta, así que puede haber pequeñas diferencias, al igual que si se afina con el La central de un piano. Pero lo que es indudable es que cada uno puede afinar respecto a como le haga sentir la música en ese momento. Si la música afinada a 432Hz. es curativa, habrá que seguir estudiándolo, pero no debemos olvidar que esta forma de afinar es occidental y que en oriente se utilizan afinaciones distintas (416 ó 424Hz.), de lo que se deduce que todo es relativo.