Pitar y oír pitar

Unos pitan y otros oímos cómo pitan. El himno, claro. Y se queda uno entre indignado y resignado. Otros me dicen que el asunto este no tiene apenas importancia. Que es manifestación de libertad y que no hay nada malo en ejercer ese derecho. Pero, yo, que debo ser antiguo y algo patriota todavía pues que me reconcome e indigna el asunto (claro que soy de los de la antigua mili con mosquetón). Esas músicas tan conocidas son todavía un símbolo para algunos de nosotros y nos jode que nos las silben. Además que nosotros (los que podamos aún creer en eso) no solemos silbar otros símbolos musicales emblemáticos. No tenemos esa nociva costumbre.

Yo no pido cárcel ni nada de eso para los maleducados. Sí algo de respeto y educación por símbolos aunque les sean ajenos. Lo del otro día no lo vi en estadio alguno salvo el precedente anterior (con los mismos protagonistas) en Valencia. No recuerdo otra afrenta así a un símbolo en un reciento deportivo. Y que conste que entre mis gustos anduvieron hace poco tiempo la sardana y el aurresku, además de los impecables músicos vascos y catalanes que engrandecieron la música y aún escucho. Pero los paisanos que el otro día llenaron un recinto deportivo para manifestarse y jugarse algo con etiqueta nacional (mal que les pese): una copa de España y además entregada por el jefe del estado, y encima pitan y enturbian todo lo que tiene de solemne y protocolario el evento que se juegan, me parecieron irrespetuosos, cuanto menos, ineducados, golfos, intransigentes, valientes de pacotilla, ultras políticos, insolidarios, egoístas, escasos de mente, e indignos portadores del trofeo que se les daba. De todos modos lo que cabe en el futbol nuestro de cada día de incongruente, de zafio, de irregular y de alegal (e ilegal, muchas veces) no es extrapolable fuera de ese campo tan verde adonde juegan y de las oficinas que lo rigen (tan llenas de todo, hasta debajo de las alfombras). Afortunadamente para otros juegos que sí continúan siendo deportes. Yo hace tiempo me desapunté de espectáculos así. Que no quiero verlos. Me perjudican.