El lenguaje corporal

Lo que comunicamos a través de nuestras palabras (lenguaje verbal) sólo es el 7% de la información que transmitimos en un mensaje. El resto lo comunicamos a través de nuestro lenguaje vocal (tono, ritmo, silencios?) y de nuestro cuerpo (lenguaje no verbal).

¿Le ha pasado alguna vez qué una persona le está contando algo y sin saber por qué usted percibe que lo que dice no es la verdad, qué sus palabras no van acorde a los movimientos de su cuerpo, a los microgestos de su cara? Muchas veces lo que la gente dice no es lo que piensa y siente y esto se transmite a través de su cuerpo.

Vamos a analizar algún ejemplo. Si usted está intentando convencer a alguien y esta persona le dice que se vaya pero tiene sus manos abiertas y le muestra las palmas, sepa usted que puede seguir insistiendo porque la persona no está cerrada al mensaje. Por el contrario si esa misma persona le dice en voz baja que se vaya pero utilizando un dedo acusador o el puño cerrado, puede estar seguro que la mejor opción es irse.

Esta habilidad de leer la actitud y los pensamientos de los demás a partir de su comportamiento fue el sistema de comunicación original utilizado por el ser humano antes de que el lenguaje hablado evolucionara.

Nuestro lenguaje hablado reconoce la importancia del lenguaje corporal en la comunicación. Normalmente utilizamos frases del tipo: a lo hecho pecho, mantente a un palmo de distancia, tienes una venda en los ojos?

Hay estudios que dicen que las mujeres son más perceptivas a estas señales que los hombres y que los niños son los más fáciles de interpretar.

A partir de ahora recuerde que si quiere ser cordial, amigable deberá enseñar sus manos abiertas y mostrar las palmas de vez en cuando al hablar. Esto denota sinceridad, no tener nada que ocultar. Si quiere que alguien se sienta cómodo con usted intente no cruzar los brazos al hablar. Esto denotaría que usted está cerrado a la conversación. Y lo más importante. Sonría. Una buena sonrisa hace que inconscientemente su interlocutor tienda a imitarle. La ciencia ha demostrado que cuanto más se sonríe, más reacciones positivas tendrán los demás.