Patriotas

En plena vorágine de conversaciones políticas a diestro y siniestro, o pantomimas para justificar lo injustificable, aparece la pitada al himno en la final de la Copa del Rey de fútbol que algunos intentan elevar a categoría de tragedia nacional. Teniendo presente los antecedentes estaba claro que ocurriría, aparte de la campaña previa promoviendo la acción que, desde luego, no ha sido secreta. Tras ello aparece un torrente de barbaridades supinas sobre el tema sin entrar, por supuesto, en el fondo del problema. Reconozco que en cosas como el independentismo, siempre me ha llamado la atención la actitud y actuación de la derecha española. Entiendo que es mera coincidencia, pero parece que se complemente con los contrarios.

A pesar de la Constitución, los años evidencian que temas capitales de la construcción de este país nunca se afrontan. Pero siempre reaparecen, claro que cuando es posible manifestarse en libertad. La reacción de la derecha no ha sido nunca analizar, reflexionar y discutir serenamente sobre los problemas de edificar un Estado centralista y cerrado cuando siempre ha sido diverso y plural. Tenemos incluso varias lenguas (no las cuantifico puesto que cualquier variedad local termina con categoría de idioma digno de sentarse en la Asamblea de la ONU). Se uniformiza a un país que nunca lo ha sido, impidiendo la discrepancia, y el debate. A la derecha sólo le interesa mantener el poder, a cualquier precio. Y pretende seguir así, si es necesario se inventan marcas B para quienes, incluso siendo víctimas de sus políticas, siguen dejándose engañar por los tradicionales (y eficaces hay que reconocerlo) espantajos que agitan.

Entretanto, esos patriotas centralistas apoyan y ratifican el Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP), que pretende "aumentar el comercio y la inversión entre la UE y los EE.UU. haciendo realidad el potencial sin explotar de un auténtico mercado transatlántico que genere nuevas oportunidades económicas de creación de empleo y crecimiento mediante un mejor acceso al mercado y una mayor compatibilidad reglamentaria y marcando una pauta en materia de normas mundiales". Empeñados en el mito imposible del crecimiento infinito, en realidad es una fórmula que dirigentes de estados (¿y lacayos de otros?) impulsan para que, a cara descubierta, todo el poder quede en manos de grandes corporaciones económicas. Como en las películas. Hay "demócratas" que impiden que los ciudadanos opinen sobre qué Estado quieren, pero ponen el poder del Estado en manos de intereses ocultos que nadie elije. Y el partido que dice ser socialdemócrata y quiere ahora distanciarse del neoliberalismo, lo apoya a la vez que le da vergüenza. Todo sin que la ciudadanía pueda decir nada. Viva la democracia.

De tapadillo, visto que las elecciones municipales, participación ciudadana al fin y al cabo, no parecen apuntar a su continuidad en el poder en un futuro próximo, tampoco tienen problema en permitir que un estado extra europeo tenga de nuevo una base militar en suelo español. Sin pedir opinión a nadie.

En definitiva, a los patriotas no les preocupa que el poder quede en manos oscuras e incontrolables de unos pocos, al fin y al cabo son los suyos. Que no sea posible construir un Estado en España donde pueda caber todo el mundo con comodidad. Que se avance en nuevas fórmulas de esclavismo laboral, que muchos españoles pasen hambre o queden en la cuneta. Que el futuro cada vez sea más imposible por la gravedad de los problemas ambientales en los que ya estamos inmersos. En realidad estos son sus objetivos.

No, lo importante es que piten un himno, marcha militar al fin y al cabo, que nadie ha elegido en democracia, a un jefe del estado que nadie vota, o a una bandera que para algunos es difícil de considerar como de reconciliación. Los símbolos son eso, símbolos, que deben representar por consenso, en caso contrario no sirven para nada. Mientras tanto los problemas de verdad los convierten anécdotas.