El Corpus en La Alberca

El Corpus, un día grande en La Alberca. Ya de madrugada se sale al campo a por tomillo (lavandula stoechas), para alfombrar las calles, por lo que La Alberca tiene ese día un agradable olor y color especial. Son la mujeres las que preparan los alteres por donde pasará la procesión, y lo hacen con paños bordados por las mozas durante los duros y fríos inviernos, e imágenes guardadas de antaño, reliquias y gran cantidad de flores.

Es la Cofradía del Santísimo (también llamada de la Minerva) la que encabeza con el estandarte con su escudo, seguido del palio, primero llevado por las autoridades hasta la Plaza, y desde ahí seis cofrades en sus seis palos, donde el sacerdote porta la Custodia de plata con la Sagrada Hostia, seguidos por todos los componentes de la Cofradía, que van con sus capas negras y con hachones de cera encendidos.

Esta Cofradía del Santísimo data del 28 de Abril de 1682; los nuevos miembros son elegidos a consejo. En la sacristía le da un garbanzo a cada cofrade pasando dos gorras en una depositas, con el puño cerrado el garbanzo del "sí" y en la otra mientes.

Y sale la procesión acompañada por estandartes, y el tamborilero, para recorrer las calles, engalanadas con colchas, mantones, paños con los bordados típicos, en paredes ventanas y balcones.

El primer altar está en la Plaza, y al presentar la Custodia, recibe los pétalos de rosas que tiran las niñas que han tomado su primera comunión. Y hacia el siguiente altar en el crucero de la entrada al pueblo, después el Chorrito, el Barrionuevo, y el más importante el del atrio de la Iglesia, en el Solano Bajero.

Es aquí donde en primer lugar hacen su ofrenda el Alcalde y el Juez de paz, seguidos por la Cofradía, que dirigidos por el tamborilero, van en busca de los Mayordomos que se encuentran en las tres entradas al Solano Bajero, y subiendo las escaleras parándose para hacer tres genuflexiones, hacen su ofrenda, y sin perder la cara bajan haciendo otras tres genuflexiones, y son acompañados de nuevo a su lugar de salida y así con los demás Mayordomos.

Para los albercanos es quizá la fiesta que mejor vivimos, pues la consideramos más nuestra y la sentimos de manera más íntima.

Este domingo día siete de junio, en La Alberca se vive algo grande, lleno de luz, color, y aromas que te transportan a otros tiempos. Ven y disfrútalo.

Andrés Barés Calama