Decepción

Si mi progenitor, el buen periodista "Dardo" levantara la cabeza, volvería a su descanso en un espasmo al contemplar el destino de este club, la nada, y al abismo al que condenaron a la Unión Deportiva Salamanca tanto irresponsable, tanto directivo de pacotilla como allí se metió en las dos últimas décadas, figurones unos, advenedizos otros y listillos los más.

No se entiende en modo alguno que un equipo como la UDS, que llegó a ilusionar a toda una ciudad, se perdiera, desapareciera para siempre. Ver como el tristemente abandonado estadio Helmántico sale ahora a pública subasta, debería empujar a los salmantinos a correr a gorrazos a los artífices de tamaña tropelía. Pero en este país el que la hace, en la mayoría de los casos no la paga y además, en ocasiones, lo sacan a hombros.

Y que nadie culpe a las instituciones públicas "el que no echaran una mano", ellas están para otra cosa y bastante hicieron a principios de los noventa con comprar las pistas anejas al campo, en esa voluntad de apoyar al equipo y contribuir de alguna forma a que el equipo se codeara con los más grandes, con la élite en la liga de las estrellas. Los motivos fueron otros, las culpas también y los nombres de los personajes están en la mente de todos.

Tal vez algún día, sin alharacas ni cantos de cisne, acaso, digo, pudiera ser interesante que viera la luz en esta ciudad una extensa y estudiada publicación, relatando los pormenores de esta rocambolesca historia, la verdad de los hechos y los acontecimientos ciertos, de ninguna manera lo que nos quisieron contar. Puede que entonces se derribaran mitos y el aficionado al fútbol pudiera conocer la verdad. En todo esto no ha habido más que una gestión nefasta, personajillos del tres al cuarto que en un momento decían que tenían siete duros, del mismo modo llegaron a decir que los ponían, y se convirtieron por voluntad propia en dueños de las tres letras de un club cuasi centenario. Puede que esa historia esté escrita y esperando.