España camisa blanca....

No deja de ser curioso advertir el predominio de camisas blanca en el vestuario de los líderes políticos durante esta penúltima ? nunca hay última - campaña electoral. Desde Pedro Sánchez y Susana Díaz, de Carlos Floriano a José María Aznar, de Albert Rivera a Ada Colau, de Pablo Iglesias a Manuela Carmena, de Alberto Garzón a Cayo Lara. Como todos ustedes saben las palabras que completan el estribillo de la canción compuesta y popularizada por Víctor Manuel y Ana Belén son: de mi esperanza. Ojala esto sea un buen augurio y la esperanza se abra paso en este país tan necesitado de ella.

Porque la esperanza fue el único "regalo" que quedó en el fondo de la caja cuando Pandora, aquella seductora mujer creada por Hefestos a petición de Zeus para castigar a Prometeo por robar el fuego sagrado y entregarlo a los hombres, la cerró asustada al darse cuenta de que de ella habían escapado todos los males que se esparcían silenciosamente y con rapidez por la tierra de los hombres.

En nuestro país, hace ya algunos años, alguien abrió alguna caja de Pandora y el desempleo, los desahucios, los recortes derechos y de todo tipo servicios comenzaron a campar a sus anchas; y una especie de desánimo generalizado se instaló en nuestra sociedad. Pero, afortunadamente, como en el mito griego, en el fondo del todo permaneció la esperanza. Ella nos aporta esa confianza de lograr aquellas cosas que deseamos. Porque, es la esperanza la que nos permite seguir adelante cuando todo parece ponerse en contra, sobreponernos a nuestros temores, avanzar cuando hacerlo se nos antoja imposible.

El deseo es el alimento de la esperanza y esta es imposible sin deseos. Los españoles deseábamos un cambio y parece que este puede darse si se hace realidad aquello que un día dijo Robert Kennedy: Cada vez que un hombre defiende un ideal, actúa para mejorar la suerte de otros, o lucha contra una injusticia, transmite una onda diminuta de esperanza.

Mi deseo es que en este país, se comiencen a producir millones de diminutas ondas de esperanza provocadas por el sensato y recto actuar de todos aquellos que han vestido camisas blancas durante las últimas semanas. Que todos ellos sean capaces de trasmitir diminutas ondas y que estas puedan llegar a los millones de ciudadanos que las necesitan. Mi deseo es que sean SABIOS que, de una vez por todas, dejen a un lado sus intereses individuales, los de su partido, el pésimo talante mostrado por algunos en las últimas semanas, la mala educación puesta de manifiesto por otros y el insulto del que han hecho gala en ocasiones, y oriente todas sus energías, todo su actuar hacia el logro del bien general, que falta nos hace.

España camisa blanca de mi esperanza, aquí me tienes, nadie me manda, quererte tanto me cuesta nada. Nos haces siempre a tu imagen y semejanza lo bueno y malo que hay en tu estampa, de peregrina a ningún lugar. Ya hemos visto muchas camisas blancas, es hora de comenzar a repartir esperanza.