La invasión de los bárbaros
Decir vergüenza es poco para expresar el sentir de los efectos de ese incremento que estamos sufriendo en Salamanca del turismo de despedidas de soltero que aquí se vienen a celebrar.
Por no se sabe bien qué motivo, nuestra ciudad se ha puesto de moda para celebrar estas despedidas, con gentes que vienen de otras ciudades de España.
Así como los ingleses instauraron en Salou el turismo de borrachera, aquí se ha instalado otro no menos vergonzoso, el de estas bandas de patéticos jóvenes que celebran sus soeces juergas de no menos patéticas formas.
Lo que empezó poco a poco, empieza a desbordarnos en una masiva afluencia de gentuza, con cada vez más graves consecuencias.
La semana pasada un muerto y dos ingresados por alcohol y drogas; esta semana altercados con la policía, lanzamiento de sillas en las terrazas en pleno centro, un novio detenido, espectáculos bochornosos en las calles, en fin, la crème de la crème de la broza.
Quizá una parte del sector de la hostelería ha fomentado este degradante turismo con sus ofertas imbatibles de precios para estas celebraciones y también a través de agencias de viajes que ofrecen el pack completo, con la intención de vender y vender, sin tener en cuenta que lo que están consiguiendo es ahuyentar a ese otro turismo más productivo y sin aberraciones, que es el de la gente normal que viene a disfrutar nuestros monumentos, nuestra cultura y nuestro ambiente festivo y jovial.
Nada más triste que ver emblemáticos hoteles en los que se hospedaban representantes de la cultura, del arte y de la elegancia, ahora con su hall y sus puertas invadidos por fantoches vomitones y faltones, a los que se les ha vendido el festejo a precios irrisorios.
Ya no se puede salir en fin de semana so pena de encontrarte con estas hordas de borrachos vociferantes y agresivos que invaden nuestras calles y establecimientos.
Si a esto no se le pone remedio pronto, los daños a nuestra imagen cultural, segura y divertida, serán irreparables.
Y esta misión corresponde en gran parte a quienes ahora lo facilitan: la hostelería y la agencias de viajes.
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