¡Que no somos tan malos!

Que hay gente mala en nuestra sociedad, es algo que ni yo, ni nadie puede negar, pero de ahí a pensar que toda la sociedad es mala, hay un abismo que ni quiero ni puedo saltar.

Que hay gente insensible, claro que la hay, pero que la sociedad sea insensible no lo creo.

Que hay ladrones, corruptos, sinvergüenzas? y todo lo que usted quiera, no lo voy a negar, pero meternos a todos es el mismo saco, es algo que nunca haré.

Es cierto que debemos criticar todo lo malo que veamos en nuestra sociedad, pero criticar con ánimo de que cambie lo que criticamos, no por herir al otro, no por hacerle daño. Vemos con demasiada frecuencia, y de una forma especial en las redes, críticas hirientes, con el único fin de hacer daño o perjudicar al otro, o simplemente por divertirnos. Se dicen cosas con una "alegría" que, cuando menos, resulta chocante, pues quien insulta de esa manera no se ha parado en comprobar que lo que se dice es cierto o no. Simplemente, si no me cae bien la persona en cuestión, todo lo malo que se diga de ella es cierto, y no tardamos en dar pábulo a la "noticia", la cual una vez repetida por unos cuantos internautas, se ha convertido en una verdad incontestable.

Criticamos, con demasiada frecuencia, a toda la sociedad de insolidaria e insensible, tal vez, sin darnos cuenta de que nosotros formamos parte de esa sociedad, pero ¡cuidado! que cuando nos preguntan uno por uno, si somos solidarios o sensibles a cuantas desgracias ocurren en el mundo, todos nos apresuramos a contestar, no exentos de un punto de indignación por la pregunta, que por supuesto que somos solidarios y sensibles. Los que no lo son, son todos los demás.

Apelamos muchas veces a que ahora la sociedad está más pervertida que nunca, que cosas que ahora pasan no hubieran pasado en siglos anteriores, cuando la Humanidad era más humana, cuando había tanto sentido de la amistad, del respeto, de la caridad? Tal vez mis sentimientos estén algo trasnochados y mi forma de pensar ya no se lleve, incluso pueden pensar de mí que soy algo retrógrado o lo que es peor que soy un iluso, pero creo que la sociedad actual, la de ahora mismo, es mejor que cualquier otra de las que nos precedieron. Díganme ¿que hubieran hecho esas sociedad pretéritas, con su forma de pensar, si hubieran dispuesto de los medios que hoy tenemos? Me temo lo peor.

Es cierto que las ciencias han avanzado una enormidad y que tal vez el ser humano no lo haya hecho con esa misma celeridad, pero ha cambiado, claro que ha cambiado, ha hecho y está haciendo lo que puede, no sin gran esfuerzo. Hay cuestiones, aparentemente nimias, que no nos paramos a analizar, precisamente por eso, por su nimiedad, pero que indican que hemos evolucionado, que vamos cambiando.

El que pensemos que todos los seres humanos de la tierra por muy lejos que estén de nosotros, tienen los mismos derechos que el vecino de enfrente, es un logro en nuestro pensamiento, que hace unos cuantos años a nadie se le hubiera ocurrido. El que pensemos y trabajemos porque todos los seres humanos dispongan de los medios necesarios para su subsistencia, era algo impensable hace un siglo. Entre otras cosas porque ni había conciencia de Humanidad, en el sentido que hoy la tenemos, ni había medios para que pudieran ejercerla.

¿Que no basta con tener esa conciencia y esos conocimientos de otras culturas, de otros pueblos que están muriendo de hambre y sed? Por supuesto, ¿que debemos hacer mucho más por ellos? claro que sí. Pero no creo que poniéndonos verdes los unos a los otros y salir de dignos y buenos los unos, contra los otros, malos y perversos, sea una actitud que beneficie a nadie y mucho menos a los que tanto nos necesitan y que tan lejos, físicamente, se encuentran de notros.

Ya está bien de utilizar armas arrojadizas llenas veneno contra el otro, simplemente para usurparle el puesto en el que, una vez conseguido, haremos lo que nos plazca. Más unión, fraternidad y comprensión entre todos es lo que nos permitirá tener las herramientas para ayudar a quienes más lo necesitan. Y debemos empezar por la diminuta parcela que nos rodea y sobre la que ejercemos alguna influencia.