La Alquitara muestra las carátulas de discos míticos hasta el próximo 31 de mayo

Parafraseando aquella mítica frase, de la no menos legendaria película El Buen, el Feo y el Malo,

Existen dos tipos de personas en el mundo los que compran vinilos y los que no?

Pues en la Alquitara de Béjar de vinilos saben, lejos quedan los tiempos en que Miguel, con el sueldo que ganaba en el bar del cine Béjar, se acercaba puntualmente cada lunes a Discos del Amo y se agenciaba al menos un L.P. de aquellos que te ponían las pulsaciones a 100 hasta el momento de iniciar el ritual de apertura. Porque hubo una época en que la gente compraba música, y en un formato en el que hasta el envoltorio rezumaba arte y escucharla suponía momentos de vital excitación, quitar el plástico trasparente suponía liberar tal cantidad de endorfinas que el orgulloso propietario del disco se elevaba si quiera unos milímetros del terrenal salón de su casa, sacar el Long Play como si estuvieses manipulando un incunable y posarlo suavemente sobre el giradiscos te acercaba a sensaciones que se nos antojan próximas a las de aquellos místicos del siglo XVI.

Al margen de la parte musical, la carátula del disco era un valor añadido que los músicos mimaban y a la que le prestaban la debida atención porque sabían que en la creación de esta parte del formato físico radicaba gran parte de su éxito. Grandes artistas has sido parte fundamental de la creación de portadas desde el genial Picasso al no menos interesante Andy Warhol, incluso en la época dorrada del punk y a pesar del háztelo tu mismo, artistas emergentes dedicaban horas a la maquetación de la imagen.

Los chicos de la Alquitara han desempolvado los viejos vinilos y han montado una exposición que te hace la boca agua recordando a míticos solistas y grupos como Bruce Springteen, Bob Marley o Dr. Feelgood o mucho más próximos, los Enemigos de Josele o los Nacha Pop del añorado Antonio. Una ocasión única para que jóvenes y no tanto comparta momentos especiales unos recordando y otros aprendiendo. Aviso: Cuando llegas a casa quieres volver a pinchar un disco pero recuerdas que tiraste el plato y te pones triste.