Hasta siempre Eduardo

Eduardo Galeano ya está en la historia. Caricaturista, periodista, pensador, escritor, exilado, independiente, aficionado al fútbol, pero sobre todo político. Político a la antigua e integra usanza, político comprometido, crítico activista de una sociedad que deseaba justa y conformada por personas libres. Nacido en Montevideo, Uruguay, el 3 de septiembre de 1940, llego a advertir como pocos el complicado espíritu de su tiempo y de su América Latina natal, tal vez a ello ayudara su ascendencia alemana, italiana, galesa y española.

Los que tenemos la suerte de conocer el variado y multicolor paisaje de las culturas y las gentes de las Américas, sabemos que allá es imposible ser neutral. En algún momento es necesario tomar partido. Lo hicieron aquellos que llamaron teólogos de la liberación y Eduardo Galeano, no podía ser menos, también lo hizo, él siempre estuvo al lado de "Los nadie"

Los nadie: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadie: los ningunos, los ninguneados corriendo la liebre, muriendo la vida jodidos, rejodidos.

Que no son, aunque sean Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones

Que no hacen arte, sino artesanía

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos, sino recursos humanos

Que no tienen cara, sino brazos Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local. Los nadie, que cuestan menos que la bala que los mata.

En "Cómo nos venden la moto"[1] podemos leer: Muchos ciudadanos consideran que, confortablemente instalados en el sofá y viendo en la pequeña pantalla una sensacional casca de acontecimientos a base de imágenes fuertes, violentas y espectaculares, pueden informarse seriamente. Pecado por omisión. Pero Eduardo Galeano nunca se quedó sentado en su sofá, si así hubiera sido no podría haber descrito la realidad con la pasión y el buen juicio que lo hizo.

Su sagacidad y lucidez para captar las contradicciones de este mundo globalizado eran - y siguen siendo pues sus escritos continúan plenamente vigentes - más que admirables. En su memorable libro "Patas arriba. La escuela del mundo al revés"[2], Galeano escribe: Paradójicamente, muchos trabajadores del sur del mundo emigran al norte, o intentan contra viento y marea esa aventura prohibida, mientras muchas fábricas del norte emigra al sur. El dinero y la gente se cruzan por el camino. El dinero de los países ricos viaja hacia el sur atraído por los jornales diarios de un dólar y las jornadas sin horarios, y los trabajadores de los países pobres viajan, o quisiera viajar, hacia los países ricos, atraídos por las imágenes de felicidad que la publicidad ofrece o la esperanza inventa.

En el tercer párrafo del mismo libro leemos: El mundo al revés premia al revés: desprecia la honestidad, recompensa la falta de escrúpulos y alimenta el canibalismo. Sus maestros calumnian a la naturaleza: la injusticia, dicen, es ley natural. ¿Hay algún modo más exacto de describir lo que estamos viviendo hoy?

Hasta siempre Eduardo, no dudes que seremos muchos los que te recordaremos con cariño y admiración, los que releeremos tus libros y los recomendemos a los más jóvenes, porque estamos convencidos de que allá donde este ahora, seguirás denunciado las injusticias que puedan existir con el preciso y afilado estilete de tus palabras.