La vida en otro lado

La vida se fue a otro lado. Como si necesitara la ciudad de un trozo de primavera. Parece que está sola. De repente, las calles desoladas, desabrigadas. Pero no, solo despejadas y libres.

(Jclp)

Hoy la 'Mirada' de SALAMANCArtv AL DÍA bebe de su tarde más reciente. La del Lunes de Aguas, en la que la ciudad parece quedarse sola. El fotógrafo Alejandro López ha captado la esencia de un día en el que miles de salmantinos se echan al campo a merendar y celebrar en familia o con los amigos la Pascua, o simplemente la primavera. Junto a una galería de imágenes, Alex López nos ofrece la siguiente reflexión sobre esta tradicional cita en el calendario de fiestas locales:

Ocho días han pasado desde el final de la Semana Santa, y eso, en Salamanca, significa que es fiesta. El Campo y las calles de la ciudad se llenan de buenas gentes que cargan con sus hornazos. No hay duda: es Lunes de Aguas. Y como toda buena fiesta, tiene sus diferentes caras.

El Lunes de Aguas moderno. Al amparo y vista de la Catedral, bajo el Puente Romano, la juventud salmantina celebra su propio Lunes de Aguas, el del bullicio y la algarabía, el de los constantes "selfies" con el hornazo, el de las risas con los amigos, el de olvidarse de que al día siguiente hay que volver a las aulas, el del "chunda, chunda", como dice un señor que pasa por allí en ese momento... En definitiva, el Lunes de Aguas más fiestero.

El Lunes de Aguas de la calma. Por el centro de la ciudad, entre comercios y bares cerrados, se encuentra la tranquilidad. Las pocas personas que dedican la tarde a pasear se mezclan con turistas que se deleitan con los monumentos. En el corazón de la capital charra, en la Plaza Mayor, se respira la paz más absoluta. Una paz que se extiende hasta unas calles más abajo, en una Gran Vía casi desierta de tráfico.

Y en La Aldehuela, la tradición. A pesar de que la verja del recinto que acogía a toda Salamanca en tan señalada fecha continúa cerrada, eso no impide que las familias salmantinas celebren tan arraigada tradición. El Lunes de Aguas a la orilla del rio, el de toda la vida, el de la familia y los amigos, el de los padres y los hijos, el de los abuelos y los nietos. Entre cada trozo de hornazo, unos toques al balón. El Lunes de Aguas de la diversidad. El del hornazo con una fuerte entonación en la "r", o del cambiar la "z" por la "ç". El Lunes de Aguas de la retirada la puesta del sol. El de llevar las sillas a cuestas, el de casi arrastrar hasta a casa a los niños que no quieren irse.

Lunes de Aguas. Un tarde de fiesta, de familia, de amigos, de hornazo en buena compañía. Lunes de Aguas, tradición charra, que se adapta a los tiempos y que traspasa fronteras.

Adiós a otro Lunes de Aguas

Una familia, tras disfrutar del Lunes de Aguas, camina hacia el atardecer bajo el puente Juan Carlos I. Como única compañía, sus sombras, que se hacen de rogar en el camino de vuelta a casa tras una tarde de diversión y tradición.