El marginado

De un tiempo a esta parte se había hecho, o lo habían hecho, un joven taciturno, incapaz de mantener una conversación con sus amigos. Salía con ellos para tomar unas cañas, para ir al cine, o simplemente para dar un paseo, pero era incapaz de entablar una conversación o intercambiar opiniones sobre la película que acababan de ver. Sus amigos intentaron convencerle de todas las maneras posibles para que se abriera a ellos, que les contara sus problemas, que les hiciera partícipes de ellos, igual que ellos intentaban que él participara de los suyos.

Las penas compartidas son más llevaderas, le decían una y otra vez, pero él no cedía, prefería quedarse aislado, sólo, confundido con el grupo, pero sin participar de las conversaciones. Se le veía como en otro planeta, daba riendas sueltas a su imaginación, se montaba su propio mundo. Tal vez pensaba en tiempos pasados más felices, cuando era capaz de compartir sus penas y sus alegrías.

Lo que colmó el vaso, fue el día que su novia le abandonó. - No podemos seguir así - Le dijo, que ella necesitaba de alguien con quien poder comunicarse de una forma abierta. Que necesitaba de alguien a quien contar sus problemas del trabajo, alguien a quien hacer partícipe de sus confidencias, alguien con quien poder discutir. Que su relación se había deteriorado de tal manera, que ya no sabía qué pensaba, pues nada le decía, ni tan siquiera un te quiero. Así que aquello tenía que terminar y terminó.

Aquel día se fue a casa especialmente triste. Su madre lo detectó enseguida. Las madres siempre detectan estas cosas. Le preguntó que qué le pasaba, él rompió a llorar y le contó que su vida, desde hacía un tiempo, no era la de antes, sus amigos le rechazaban, nadie le entendía, se sentía marginado? y ahora, para colmo, le abandonaba su novia de toda la vida.

Su madre, le miró sonriente, - Sabía, que este día tenía que llegar ? le dijo. Se acercó al mueble del salón, abrió un cajón y sacó un pequeño paquete.

- Toma, lo tenía reservado para cuando llegara este momento ?

- ¿Qué es?- preguntó, con extrañeza.

- Ya es hora de que tengas tu móvil.