El Voto como Desquite

Estamos en un país que, en muchos aspectos, sigue anclado en el siglo XV y en el Patio de Monipodio. Aquí todavía no hemos sido capaces de sacudirnos el terrible yugo de la corrupción sistémica que infiltra todo el tejido institucional del país. Nada se libra de ella, comenzando por los partidos políticos, que deberían hacer bandera ?y causa de subsistencia democrática- de la lucha contra la corrupción.

Partidos, sindicatos, administraciones, organizaciones empresariales, colegios profesionales, poderes públicos ? todo está contagiado de esta brutal peste que, como Dios no lo remedie, terminará con la democracia y con el país. Y apelo a Dios como exterminador de la infección, porque no se me ocurre que los hombres puedan con semejante empeño, ni aunque quisieran, que cada día es más difícil imaginar que quieren.

No obstante, algo sí pueden ?podemos y debemos- hacer los hombres. Me disgusta tener que volver siempre a lo mismo; me da una mitad de pereza y otra de vergüenza tener que volver al conocido discurso: se acercan elecciones y es nuestro momento. El de la Justicia ?si se quiere- o el de la Venganza ?si se prefiere- y -¿por qué no?- el de ambas.

Yo defiendo el derecho ciudadano a vengarse racional, civilizada y democráticamente del canalla, del ladrón, del mal gestor, del corrupto. Si, además, el interés que mueve la mano que vota tiene el más sublime móvil de la Justicia, pues mejor. Pero con vengarse ?más humano, comprensible y perceptible- también llega.

Es el momento de la venganza, ciudadanos, y os conmino a todos a que cumpláis con ella. Es el momento fugaz y delicioso en el que uno se torna efímeramente más poderoso que el pudiente, en el que ganan los buenos. El instante en que el empollón abusado consigue derribar al matón abusador. El reducido resto de ciudadanos honrados, cercado por las insaciables huestes de la corrupción salvaje, resiste heroicamente al borde del abismo, mientras el séptimo de caballería galopa febrilmente hacia ese domingo de mayo.

Entonces, si llegan a tiempo, podremos coger la papeleta de partidos emergentes y agitarla antes las fauces de la bestia, que ya empieza a tener sudores fríos.

En las próximas semanas habremos de oír ?tanto más intensa e insistentemente- cuanto más se acerque el 24M -María Auxiliadora- que cuidado con los nuevos, que no sabemos qué intereses sirven ni de dónde han surgido y que no tienen la experiencia de los veteranos ni puede valorarse la gestión que no han podido desempeñar todavía. Tratarán de amordazarnos con el miedo: con el mismo miedo que enarbolaron otros antaño contra los que amenazaban en las encuestan y arrasaron en las elecciones. Pero no les dejes.

No hagas caso de quien te quiere amputar la libertad porque no puedes fiarte de lo desconocido ?te dirá- mientras pretende que confíes en los que ya se han demostrado inservibles o corruptos.

No te dejes. Ejerce el delicioso instante de la venganza pensando en el que se lo llevó en crudo, en quienes mantienen en sus listas a los delincuentes, en quien cierra escuelas o deteriora la Universidad y en quien suprime hospitales.

Si puedes contribuir a la Justicia, no lo dudes, contribuye. Pero, sobre todo, véngate: es tan delicioso ? y, además, tú te lo mereces y ellos se lo habrán ganado a pulso