...y siempre Resucitado

Le hemos visto entrar triunfante en Salamanca por la puerta de su Plaza Mayor como Amigo de los Niños y salir yacente en el Sepulcro, como Nuestro Bien más preciado, el sepelio repetido y renovado en la ciudad durante cuatrocientos Viernes Santos, que se dice pronto pero son muchísimos.

Le hemos visto en los pasajes de su Pasión. Orando en agonía en un huerto son sabor carmelitano y prendido entre los olivos de las Úrsulas. Atado a la columna y azotado por el más fiero de los sayones, Culo colorao, y recogiendo sus vestiduras ya flagelado, en un quite redentor. Llevado a la presencia del gobernador y mostrado por éste al pueblo desde un balcón elevado sobre hombros femeninos. Cargado con la cruz, caído bajo su peso y amparado por la Madre, por la Verónica, por el Cireneo. Despojado de todo para darse entero.

Le hemos llamado Nazareno por su origen, Rescatado por su historia, de los Doctrinos por sus más fieles devotos y del Vía Crucis por su camino salvador. Hemos dicho de Él que nos ofrece su Perdón y que nos brinda su Luz. Hemos querido ver en la suya la Buena Muerte y en su Pasión la nuestra. Nos hemos asomado al mirarle a una Agonía que sabemos Redentora. Por su bondad hemos implorado su Misericordia y de su mano hemos alcanzado la Liberación. Le hemos pedido los dones del Amor y de la Paz, y hemos encendido una Vela para aguardar en silencio el momento que ahora llega. Y le hemos soñado como la Promesa que siempre se cumple, como el Amparo que no nos abandona y como el manantial Consuelo que nunca se seca.

Es el suyo el Nombre sobre todo nombre, al que toda rodilla se dobla. Es el Nombre del Señor Jesús. El que fue ungido por el Espíritu para anunciar un año de Gracia, un año que nace y culmina en la Pascua, porque siempre el último paso es el suyo. El paso que da sentido a todos los anteriores. Porque siempre pasa para quedarse Jesús Resucitado.

Fotografía de Alberto García Soto. Paso de Jesús Resucitado, de la Cofradía de la Vera Cruz.