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Gestos
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Gestos

Actualizado 28/03/2015

JULIO FERNÁNDEZ / Profesor de la Usal

[Img #262306]Siempre se ha dicho que, en el actuar cotidiano, la mirada y los gestos humanos son fiel reflejo del alma que posee cada cual. La felicidad e infelicidad, las tristezas y alegrías, las sonrisas y los llantos identifican claramente estados de ánimo, aunque, por otro lado, muchas veces la procesión va por dentro y ante situaciones adversas e incluso muy favorables, intentamos ocultar gestos que no nos interesa exteriorizar por distintos motivos.

El pasado domingo 22 fue uno de esos días en los que desde que me levanté (pronto, por cierto, para ser un día festivo) percibí diferentes gestos de personas cercanas y lejanas, de allegados muy íntimos, de amigos, de conocidos, de políticos, de locutores de televisión y de radio, de periodistas y hasta de deportistas profesionales. Fue un día completo y fructífero, de esos que tanto les gustan a los psicólogos y a otros profesionales y estudiosos de las ciencias de la conducta humana.

El primero que analicé fue el del alcalde de Mieza, el entrañable amigo Lorenzo, quien ostentaba un gesto de preocupación por la aparición inesperada de la lluvia que, de persistir durante el día, provocaría la suspensión de la ruta de senderismo en la que ya estaban inscritas más de 500 personas y se preveía que cerca de 300 lo harían esa misma mañana. El gesto de Lorenzo, como el del resto de miembros de la organización, era sincero y transparente.

Pero la Ruta pudo realizarse, los expedicionarios disfrutaron del itinerario, del paisaje, de la posterior comida (que tuvo que hacerse en recinto cerrado, porque resultó imposible comenzar a cocinar al aire libre, por la lluvia, a esas horas de la mañana), del folklore y de las gentes de la Ribera y el gesto de los miembros de la organización dio un giro copernicano, se les veía sonrientes, felices y contentos. Se merecían el éxito por la excelente organización.

Otro gesto, notablemente diferente y no tan sincero, era el que mostraban los políticos provinciales y comarcales que llegaron al evento a la hora de la comida y que estaban esperándonos a todos los caminantes que recorrimos senderos, trochas y veredas. Políticos que ofrecían su cara amable y sonriente (sin poder determinar con precisión si era real o ficticia) a las gentes del pueblo y aprovechaban estos momentos preelectorales para la búsqueda incesante de candidatos a alcaldes y concejales, ofreciéndoles como contraprestación 'el oro y el moro'.

Por la noche, y ya inmersos en la tensión futbolística del día, pudimos comprobar cómo los jugadores del Madrid y del Barça (eternos rivales) desprendían gestos de caballerosidad al abrazarse antes del partido (sobre todo los compañeros de la selección española) y de deportividad en los lances del juego, comportamientos que a mí, personalmente, me emocionan, porque por encima de la rivalidad deportiva está la calidad humana de los intervinientes.

Para finalizar la jornada, los espectadores comprobamos los gestos de los vencedores y vencidos en las elecciones autonómicas al Parlamento Andaluz, unos de alegría y otros de tristeza y desolación. Es una pena que el presidente Rajoy estuviera oculto tras los visillos de su sede política de Génova 13, esa a la que el Juez Ruz (instructor del caso Gürtel) considera que se remodeló con "dinero negro" escapando al control y fiscalización de la Hacienda Pública. Creo que los ciudadanos tenían el derecho de verle el gesto y él tenía la obligación de comparecer ante ellos para mostrarlo, dado que protagonizó una campaña electoral personalísima aunque él no era el candidato. Bueno, mejor dicho, ha sido lo que en Derecho Penal se denomina el autor 'mediato', siendo Moreno Bonilla un mero instrumento. Dicho de otro modo, Rajoy ha sido el hombre de atrás que movía los hilos que exteriorizaban la conducta del candidato y en estos casos, la responsabilidad es del 'hombre de atrás' y no del 'mero instrumento'.

El pasado domingo fue un interesante día de gestos, que me recordó más que nunca esa canción del gran Serrat, titulada La bella y el metro, de la que transcribo los siguientes versos:

"El escritor ve lectores
el diputado, carnaza;
el mosen ve pecadores,
y yo veo a esa muchacha
del metro.
Los carteristas ven primos,
Los banqueros ven morosos,
El casero ve inquilinos
Y la pasma, sospechosos
en el metro"
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