Ya no se tiene en cuenta como antes la opinión de la gente mayor, y no porque no hablen o no tengan cosas muy interesantes que decir, sino porque siempre tenemos prisa, o la televisión encendida o mil cosas que hacer?
Los abuelos se han convertido en esclavos laborales de los hijos y en mártires de la crisis. Algunos sufren ahora, cuidando a los nietos, el estrés que no conocieron nunca; otros, las estrecheces económicas que jamás imaginaron por ayudar al resto de la familia, y muchos tienen su piso irreconocible por tener en acogida y con su humilde pensión a toda la prole.
Es el mundo al revés que nos hemos fabricado por vivir para trabajar en lugar de hacer lo contrario y la dependencia que nos hemos creado del consumo, las marcas y un ritmo por encima de nuestras posibilidades?
Uno de mis abuelos, sin embargo, vivió siempre en nuestra casa y en ella murió con 98 años y con una lucidez plena hasta un par de años antes. Trabajó siempre en Correos, era el señor Morales (hasta la forma educada de dirigirnos a los mayores hemos perdido) y he de confesar que era sabio, y no porque me lo pareciera a mí o lo tuviera idealizado. Siempre ganaba los concursos de la tele y yo sabía que era porque leía todo lo que caía en sus manos. Los periódicos los empezaba obviamente por las esquelas, pero hasta última hora de la noche los 'devoraba' y, por si fuera poco, siempre con el transistor, que no la radio, encendido de fondo o en la oreja apoyado en su hombro.
Precisamente por su sabiduría jamás se me ocurrió pedirle dinero para comprar nada en el quiosco, porque sabía que no me hubiera dado, o tal vez se lo pedí una vez siendo demasiado pequeño y aprendí la lección (con lo que cuesta que la aprendan ahora los niños?). Comía el pan de hogaza durante una o dos semanas, metiéndolo después en una bolsa de plástico, hasta que se terminaba?, era la austeridad y la rectitud en persona, pero era sabio? En un día soleado y sin nubes te podía decir que no te fueras sin paraguas y acertaba, seguramente por la experiencia de la vida en el campo. Preguntaba el nombre de sus abuelos a mis amigos y a la mayoría los conocía? aunque más tarde comprendí el truco, y es que en tiempos en los que la comunicación más barata y emotiva a distancia eran los envíos postales, todo el mundo pasaba por Correos y la gente no sólo se conocía, sino que se ayudaba.
A él le debo palabras como 'añusgarse', 'estrumpir' o 'soplamocos' (estos, no sólo la teoría, sino que también alguno probé?) y cientos de refranes? A veces pienso que la crisis para él y para las personas de su edad no hubiera sito tan traumática, en primer lugar porque no gastaban más de lo que tenían, y en segundo lugar porque había una relación de vecindad casi familiar en los barrios y la ayuda era tan desinteresada como sincera.
Con tantos estudios científicos como hay, todavía no se ha hecho uno que demuestre que si escuchásemos más a los mayores no seríamos tan caprichosos, competitivos y tecnológicos (tontos, en definitiva), pero dentro de unos años llegaríamos a ser todos un poco más sabios por haber vivido más y, sobre todo, haber escuchado más a los que tenemos a nuestro alrededor y son doctores honoris causa en experiencias de la vida.