Puto Carrefour

"Se lo voy a contar a mis amigos". Con esta frase cerré mi descarga en la hoja de reclamaciones que les puse esta mañana. No sin antes agradecerles que me prestasen un bolígrafo y el formulario en cuestión para descargar mi ira y poder salir desahogado a la calle. Os lo voy a contar.

Resulta que el otro día me presento con toda la familia en el supermercado gabacho. A saber: Mi Eva, que es Cristina, y las dos crías que venían ya cansadas de cole y parque. Poco menos que nosotros, que también arrastrábamos un duro día de trabajo y el mismo parque. Pues bien, después de llenar el carro con las viandas no perecederas para las próximas semanas se nos ocurre subir a la planta de electrónica. Necesitábamos una funda para proteger de los golpes de las niñas una mini tableta que nos han regalado. Y como la llevábamos encima, para allá que fuimos. Pero nos perdimos. No en los pasillos, sino entre la ingente cantidad de formatos, colores, marcas y ofertas de fundas y estuches para aparatos electrónicos. Decidimos preguntar. Esperamos casi un cuarto de hora a que el único dependiente de la sección nos atendiera. Estaba vendiendo una televisión 4K y eso lleva su tiempo. No la vendió. Nos acompañó amablemente hasta la línea de las fundas y, tras mostrarle nuestro dispositivo y dejar que lo observase y lo calibrase con sus propias manos, dictó sentencia: "siete pulgadas. Cualquiera de estos ?dijo señalando una hilera- os servirá. Son los oficiales. Esos otros ?dijo señalando dos hileras más allá- son estándar pero también os valdrán". Agradecidos por sus indicaciones optamos por comprar el de la propia marca, el oficial. Era más caro, pero no era cuestión de arriesgar.

Pagamos. Salimos. Lo probamos y no valía. No entraba. No era su talla, su tamaño, su pulgada, la madre que lo va a parir. Pensé en la yihad.

Hoy lo he ido a descambiar. En Atención al cliente me han mandado a la parte de arriba a por un albarán. Al ir a entrar un segurata ha cogido la funda y me ha rellenado tres hojas de colores con todos los datos del fallido protector del móvil grande que es una tableta pequeña. De ahí otra vez a la sección del anormal. No estaba. Había otro colega vendiendo a otro tipo con gorra la misma tele de 4K. Otros quince minutos. Tampoco se la consigue endilgar. Le cuento la milonga del error de su compañero, que me han mandado los de Atención al cliente, que el segurata de la puerta me ha dado por triplicado en colores diferentes estos papeles. Se los pongo delante y me dice que tiene que hacerme un albarán. Que espere a que compruebe la mercancía y que ahora me lo da. Espero. Miro cómo mira la funda que no me enfunda. Revisa el ticket de compra con la misma compulsiva y obsesiva atención que previamente habían mostrado la maleducada de Atención al cliente y el segurata con acento kosovar de los tres papeles en rosa, blanco y amarillo. Finalmente se guarda la caja con el estuche que no me estucha y me da un nuevo papel para que lo lleve otra vez a la planta de abajo, al primer lugar donde acudí, al mostrador de Atención al cliente. No está la malencarada. Me atiende una señora con cara de funcionaria que decide devolverme el importe de la compra fallida. Le pido una hoja de reclamación. La relleno agradeciendo la oportunidad que me brindan y me dice con una sonrisa: "gracias por su queja, en breve le llamarán". Aquí les estoy esperando, se van a enterar.

(Experiencia vivida en el Carrefour de Ciudad de los Ángeles -Madrid-)