Jazz Station, puro, potente jazz

Doce músicos en estado de gracia y la sala B del CAEM llena de público entregado. Jazz Station, el conjunto que nos recuerda la excelente salud de la música en directo salmantina, no ha podido tener mejor espacio para desplegar sus dones.

Metales poderosos, personalidades fuertes que se vienen arriba en los solos, como la batería de Daniel San Pablo, la percusión de de Daniel Rupeli y sobre todo, los saxos? un duelo musical entre Diego Fernández, Antonio Díez y Arturo Carabias que nos ofreció momentos magistrales de un diálogo entregado con el contrapunto fantástico del instrumento de Isa Simón. Ver en acción a los miembros de este grupo es comprender la esencia del jazz, jazz cubano, swing, blues? música tocada con esa aparente ligereza de la improvisación, de la diversión, de la fuerza que, a ratos íntima y siempre potente, nos sorprende con la voz de Juan Carlos Pérez, el teclado de Alberto Rodríguez y las guitarras, en ocasiones ocultas y siempre ahí de Quili Sánchez y Adrián Besada que no se dejan amilanar por la fuerza de los metales que, al otro extremo del escenario, disfrutan Carmelo Muñoz con la trompeta y Chuchi Campo al trombón.

Músicos con garra, con fuerza, conjuntados y al mismo tiempo capaces de practicar el arte del solo tocando a Van Morrison, a Santana, a Chucho Valdés, recordando a Arsenio Rodríguez y mostrando composiciones propias que el público agradece. Una banda de movimientos sincopados que nos recuerdan la coreografía de los intérpretes del buen jazz, aparentemente libres y despreocupados, pero dueños de un talento musical que requiere de entrega, trabajo, ensayos y que culmina en el concierto? ese momento de gracia en el que el público, en la caja negra del CAEM pide un bis embriagado por la música y el ritmo. Jazz Station disfruta tocando, es una formación llena de fuerza que se apoyó en las voces maravillosas de dos solistas femeninas de fuste, Margarita, y Victoria Mesonero, una cantante que siempre sorprende al público por la fuerza de su voz negra y la expresividad más absoluta. Juntos, formación y solistas, dieron un concierto memorable que supo a poco y que convirtió la sala en un latido de metales.

Charo Alonso

Fotografías: Fernando Sánchez Gómez