Las chicas del PP

No tienen suerte estos muchachos con la parte femenina de su dirigencia. La que no les suelta un relaxing cap of cofi in plaza mayor se les pone a jugar videojuegos mientras preside el Parlamento de la Nación o les hace tururú a las víctimas del metro valenciano resguardada del caloret a la sombra del balconet. No, no tienen suerte, pobres.

No sé si el Jefe del PP habrá dado órdenes a quien corresponda para que semejantes especimenes no aparezcan públicamente en mítines, reuniones, inauguraciones ni actos electorales de ninguna especie. Pero lo que me preocupa es que, si lo ha hecho, no habrá sido por respeto a los ciudadanos ni por vergüenza torera, sino por evitar que vuelvan a hacer el ridículo gravemente y le cueste más votos.

No es de recibo que la más alta magistratura municipal comparezca ante sus conciudadanos ?y electores- para insultarles, mofarse de ellos, ofender su acervo lingüístico ? y que le salga gratis. No puede permitirse que alguien que cobra una millonada por desempeñar el segundo puesto orgánico del Poder Legislativo nos escupa su negligente pereza por la tele y salga indemne. No puede ser.

Imagínense ustedes que el Presidente de Ford supiera que el Director de la planta de Almusafes se asoma al balcón de la fábrica para sacarle la lengua a los clientes. ¿cuánto tardaría en cesarlo? ? ¿y por qué tiene que ser diferente con la política?

Y como este país ?este pobre país- ha demostrado ya luengamente ser incapaz de escarmentar a los políticos con los votos, es menester apelar al pundonor ?si es que lo tiene- del Jefe del Partido afectado para que, predicando con el ejemplo, empiece a disciplinar España. Es absolutamente indispensable que comience a verse que la honestidad importa, que el que la hace la paga.

Pero no ya jurídicamente ?que la lentitud de la Administración de Justicia no permite trasladar mensajes ejemplarizantes porque cuando llega la sentencia nadie recuerda el delito- sino políticamente. No se trata de procesar al delincuente ?que también, claro- si no de disciplinar al patoso, de corregir al vago.

Algo habrá en los estatutos del PP que prohíba ser maleducado u holgazán ?esperemos que algo haya- y, suponiendo que así sea, con tan sólo aplicarlo fulminantemente, habría Rajoy servido a la democracia y a la regeneración de la vida pública más certeramente y mejor que con todos sus años en la Moncloa.

Es por ahí por donde hay que empezar, son los políticos y los personajes públicos quienes están llamados a predicar con el ejemplo, y es con estos casos, digamos menores, con los que se envía el mensaje de tolerancia cero con la grosería y la inepcia.

Yo no estoy hablando, claro está, de lapidar a nadie, pero sí de una reacción inmediata y proporcionada -expediente disciplinario, baja de militancia cautelar?- de un gesto que transmita al ciudadano la seguridad de que alguien vela por él y va a sancionar a quien le insulte o le falte al respeto.

Tan sencillo como eso. Pero no, el Jefe del PP ?que es el Presidente del Gobierno- no ha hecho nada; y con ello, con ese pasivo silencio cómplice, nos ha dicho a todos que va a seguir tolerando el atropello, que no va a hacer nada por dignificar la vida pública ni corregir los abusos.

La decisión es suya, desde luego, pero el que vota eres tú.

Los británicos dicen que "El asesinato es la culminación de una carrera criminal que comenzó con una falta de puntualidad". Quieren significar con ello que lo esencial es mantener el respeto por las personas porque eso es garantía de no ir más allá; cuando se quiebra esa inicial barrera, el resto del camino será ya practicable.

Cuando todos adquiramos la certeza de que las estupideces son adecuadamente corregidas, la corrupción habrá comenzado a extinguirse.

Pero ni un minuto antes.