La casa sin barrer

Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa", dice un proverbio chino. Y no estaría mal que algunos, metidos a predicadores, lo pusieran en práctica. Con la agenda bien surtida de elecciones a la vista, unos y otros están lanzados a proclamar las maldades del contario, que sigue siendo la cultura política que prevalece. Será que alimentar las filias y las fobias sigue siendo rentable. Explicar, con fundamento, cómo se arreglan los problemas de la gente eso no debe ser importante.

La izquierda, en general, que se autonomina como la guardiana de todos los valores, no ha sido ni está siendo ejemplar allí donde ha tenido o tiene poder. Los mayores y más cuantiosos escándalos de corrupción están en la izquierda, sin restar importancia a lo que la derecha esconde o sabemos. Hemos sido muchos los que, inocentemente, desde un principio creimos que la izquierda, oído su predicamento, se comportaría con más honradez y decencia. Pero no ha sido así. Y se nos hace difícil creer lo que escuchamos a los distintos líderes que van teniendo, tan interinos, tan llenos de buenas palabras, pero con los mismos hechos o las mismas perspectivas.

El nuevo líder socialista parece estar en los mundos de Yupi. Qué bonito lo que dice pero a ver quién le cree, cuando no está barriendo su casa con la contundencia que sería deseable. Y la emperatriz de Andalucía, declarada por sí misma como la más decidida perseguidora de la corrupción, no hace otra cosa sino servirse de todo tipo de artimañas para proteger a quienes ya han sido imputados. Lo que prometieron no lo cumplen. Parece que hay diferentes categorías de imputados, o castas. Que dos expresidentes de la Junta, expresidentes del partido y exministros de trabajo estén imputados y aquí no pasa nada, se hace difícil entenderlo. Y que no los consideren mínimamente responsables de la inacabable corrupción que, casi a diario, nos brinda nuevas sorpresas en Andalucía? es difícil de digerir.

Pero por lanzar proclamas y sacudir al contrario que no quede. Y todos tan contentos. El síndrome de Diógenes que padecen, puede esperar. Pero se están hundiendo y eso España no se lo puede permitir.