Una Iglesia en Asamblea

Una alegría, un sueño y una reforma. Una mesa compartida. Una cruz peregrina. Un Dios que llama, sigue llamando, porque ama, ante todo ama, y renueva, hace nuevas todas las cosas, pues a nadie deja sin envío y sin misión.

En la tarde de este 21 de febrero, a las 19:30 horas en la Parroquia de la Purísima, en puertas del domingo primero de Cuaresma, la Iglesia de Salamanca comienza un período de algo más de un año en el que preguntarse cómo dar más y mejor testimonio de Cristo y su Evangelio aquí y ahora. "Un tiempo para enamorarnos de nuevo" es el lema de estos primeros meses, dedicados a la renovación espiritual de los creyentes y las comunidades, pero también a aquellos cuya fe apenas atisba el despertar, o languidece, o está alojada en alguna parte del trastero.

Habrá grupos en los que orar, reflexionar, dialogar y proponer; celebraciones litúrgicas y encuentros festivos; momentos para el silencio y otros para el debate; lluvias de ideas y preguntas sin clara respuesta; cambios de planes y planes para cambiar; y finalmente algunas conclusiones que no serán sino un medio para volver a Cristo y hacerlo presente en la Salamanca de hoy.

Quizá muchos, la mayoría de los creyentes, no estamos acostumbrados a participar en procesos similares. Quizá vivimos la fe de un modo muy personal, familiar o en grupos reducidos (una parroquia, una cofradía, un movimiento?). La Asamblea Diocesana nos invita a la comunión, a salir de lo de siempre para encontrarnos más y mejor con el de siempre, Jesús. A hacerlo juntos, no con los de siempre sino con todos sin excepción, particularmente con aquellos más pequeños y humildes. A salir y entrar en relación con los que no creen, e incluso con quienes ven o dicen ver en la Iglesia un enemigo o una rémora. Desde la certeza de portar una palabra de esperanza para el hombre de hoy, guardarla y dejarla sin pronunciar no tendría sentido. "Id y anunciad". "Dadles vosotros de comer".