Revolución en la izquierda de Castilla y Léon

Los procesos tan convulsos que se están viviendo en los últimos días en prácticamente todos los partidos políticos hacen que nos estemos fijando demasiado en el ruido y no seamos capaces a veces de ver las corrientes de fondo.

Está en marcha un profundo proceso de renovación de la izquierda, la construcción de un nuevo modelo organizativo abierto a la participación real, que sea un instrumento útil de transformación social.

La evolución de los partidos políticos en los últimos años los ha llevado a ser unas meras estructuras al servicio de de unos políticos profesionalizados, cuyo último fin era mantener su situación personal. Izquierda Unida, que nació como un movimiento político y social abierto, participativo y transformador, fue perdiendo su propia identidad, sus aportaciones más originales y generosas, y se convirtió en un partido más, cerrado como todos, dominado por un aparato cada vez más anquilosado y alejado de las personas a las que decía representar.

Posiblemente como consecuencia del terremoto que ha supuesto la irrupción de Podemos, que ha demostrado que existe un enorme deseo de cambios profundos en la sociedad española y que los agentes de este cambio no se sentían representados por Izquierda Unida, las personas más lúcidas de esta orgnización han comprendido que era imprescindible una revolución interna, y que de no hacerla estaba en peligro su propia supervivencia.

Así se está produciendo una auténtica rebelión de las bases, protagonizada por una generación de jóvenes del que sin duda Alberto Garzón es la figura más conocida pero no la única.

En Castilla y León la rebelión se ha manifestado en la elección de JOSE SARRIÓN como candidato a la presidencia de la Junta, tras su aplastante triunfo en las primarias frente al coordinador regional de la formación, representante de la vieja escuela, de la política viejuna y apolillada, que ha sido claramente desautorizado por sus propias bases. Estén atentos a José Sarrión, profesor universitario salmantino, que a pesar de su juventud atesora un impresionante bagaje de militancia política y en movimientos sociales, de trabajo por la convergencia de las organizaciones de izquierda, y cuenta con una sólida formación y capacidad de liderazgo.

Personas como Alberto Garzón o José Sarrión representan el futuro de la izquierda. No lo van a tener fácil, porque los viejos dinosaurios del aparato van a poner todos los obstáculos que puedan y no van a ser capaces de dar un paso atrás para facilitar el cambio que reclaman sus propios militantes.

Pero para que nazca algo nuevo es necesario que muera lo viejo; ojalá lo consigan, este pais tiene que construir un futuro mejor.