Entre mujeres

Me confieso filógino, que aunque no existe en el diccionario he supuesto que es el antónimo de misógino. Me declaro lesbiano, como el viejo y recordado Sampedro que acuñó el término. No lo puedo evitar. Me encantan. Sobre todo cuando escuchas una conversación netamente femenina donde quizás puedas captar lo meramente denotativo, pero jamás de los nuncas el sentido connotativo, figurativo y sensitivo. Ni soñarlo.

El bueno de Torrente Ballester me dijo antes de dejarnos que "las mujeres son como las olas del mar: no sabemos nada sobre ellas, pero se dejan navegar y nos bañamos en ellas tan ricamente. El secreto está en no preguntarles demasiado". Y pensé que le debían dar, por lo menos, el Nobel.

Pues bien, últimamente estoy disfrutando de más de una velada en la que mis contertulias son todo ellas. Y me hacen sentir bendito entre las mujeres, aunque he de reconocer que no me entero de casi nada, que mi interés es más bien científico y, sobre todo, simple, muy simple. Cuál no fue mi sorpresa al encontrarme con la definición de mi estado masculino releyendo al siempre sorprendente Julián Marías: "Pocos hombres tienen una idea medianamente adecuada de la mujer. Para ello hace falta un interés complejo y casi todos los intereses que los hombres experimentan por las mujeres son demasiado simples". Y me dió por pensar si esto no lo habriá escrito después de escuchar "El lado femenino" de Nacho Cano o de leer a Gala que, según Sabina, "sabe de una cosas que ni una sabe que sabía". Digo yo.

A lo que iba, que llevo una racha entre mujeres que no sé si es para bien o para mal. Recuerdo algún verso de Lorca y parece que se me ilumina algo el camino: "La mujer, corazón del mundo y poseedora inmortal de la rosa, la lira y la ciencia armoniosa, llena los ámbitos sin fin de los poemas". Muy bonito Federico, bonito y tierno. Pero después me tropiezo con una sentencia del hispano-peruano-keynesiano Vargas Llosa que me descoloca y me hace repensar cada uno de los pequeños avances logrados en mis noches de gineceo: "Las mujeres y el arte son excluyentes, mi amigo. En cada vagina está enterrado un artista". La cosa está clara, si no te haces artista no habrá nadie que te entierre.

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Confieso que soy filógino y lesbiano.

Confieso que quiero ser madre, no mujer, sólo madre.